17/05/2025
01:12 PM

Ir por lana...

Digamos que esta sentencia salomónica es el cuarto fallo favorable a Honduras de la Corte Internacional de Justicia de 'el' Haya, como diría el 'honorabilísimo' presidente del Congrezoo.

    Digamos que esta sentencia salomónica es el cuarto fallo favorable a Honduras de la Corte Internacional de Justicia de 'el' Haya, como diría el 'honorabilísimo' presidente del Congrezoo.

    Digamos que fue un buen aprendizaje, pues se recurrió a los entendidos en hermenéutica jurídica, a los diccionarios especializados y a aquellas clases escueleras en que, a pura vara de tamarindo, se remachaban conocimientos acerca de las unidades de pesas y medidas.

    Digamos que se desempolvaron apolilladas palabras de los tiempos de Currucucú: bisectriz, geomorfología, líneas equidistantes, ángulo, cartografía, millas náuticas.

    Por primera vez, gracias a este órgano de justicia de las Naciones Unidas, supimos de islotes, de cayos, peñascos y puntas marítimas de las cuales jamás habíamos escuchado sus nombres.

    Digamos que nos dimos cuenta que, entre el papelerío presentado por los agentes catrachos, mucho de ello sólo era un mamotreto de hojas sin ningún valor, sin sustentación histórica, como lo afirmó, en el razonamiento de ese tribunal de arbitraje, su honorable presidenta Rosalyn O’Higinns, incorrectamente llamada por varios medios del país, como: 'la mandamás'.

    Digamos que al señor de los caballos, a quien se le quemaba el dulce por regodearse con Fidel, le salió el tiro por la culata y tuvo que conformarse, tanto él como su botereana comitiva, con un pase de revista de tropa, una plática de salón con Raúl, una visita a los futuros médicos de la Escuela Latinoamericana de Medicina y, con los colochos hechos, calabaza, calabaza…, sin firmas de ningún tratado fronterizo; pero eso sí, con una plática con el comandante en jefe, nada más y nada menos, vía teléfono.

    Digamos que en el ínterin supimos que nuestras relaciones fronterizas con Jamaica, Cuba, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Colombia van por buen camino. Pero…

    digamos que hoy, cuando se ha despertado entre los encumbrados del gobierno una sed galopante de defensa de la soberanía patria, sería bueno juntar documentación imbatible sobre un hecho que no tiene 30 años de haberse perpetrado, sustentar una sólida defensa del territorio nacional y pelear por la devolución de las tierras enajenadas en esa quinta frontera de la patria, esa estaca clavada en el mero corazón de nuestra dignidad que se llama Palmerola.