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Verdad y vida

  • 15 abril 2022 /

    “Jesucristo es para nosotros Dios hecho hombre que ha entrado en la historia de la humanidad. Precisamente por esto la esperanza cristiana respecto al mundo y su futuro se extiende a cada persona”. Palabras de Juan Pablo II que se renuevan en cada manifestación solidaria y de amor, porque en la cruz está la salvación y desde el Calvario seguimos escuchando “he venido para que tengan vida y vida abundante”.

    En estos tiempos de angustias la jornada religiosa del Viernes Santo adquiere una dimensión más especial porque de la cruz llega la salvación, de la muerte la resurrección como semilla que cae en tierra. Con apego a los relatos evangélicos la celebración llega hasta nosotros en la fecha exacta, vísperas de la Pascua, según el calendario lunar. La riqueza litúrgica y la tradición se han unido en la comunidad cristiana para hacer de este día uno de los más llamativos y atrayentes con los actos religiosos.

    Es el camino de la cruz en el que la humanidad sigue marcando con pasos de angustia, guerras, hambre, enfermedad, corrupción, desempleo analfabetismo todo un gran conjunto de desafío que hacen más pesada la carga camino al Calvario que cada país lo tiene bien identificado. Cirineos, algunos; pasividad, una mayoría ausente con reacción pasajera y muy débil a sentir el toque en intereses personales.

    En el olvido quedan el amor y la solidaridad que llenan las palabras, cuyos frutos se concentran en el egoísmo, en la comodidad de una existencia en la que sobren bienes materiales con carencia evidente de ética, moral. Pero aquel primer vía crucis es semilla para alejar el pesimismo, para ir borrando de la mente el negativismo y sin ser ilusos pensar en un más allá, contagiar esa visión y concretar en los cotidianos desafíos el anhelo de mejor la calidad de vida.

    Viernes Santo, ferviente recuerdo con las escenas del camino de Jesús hacia la crucifixión. Mensaje revivido en las Siete Palabras y silenciosa procesión del Santo Entierro. Todo ello a la espera del triunfo de la vida, a la gloria de quien la ofrendó, a la ruta de quien entró de lleno en la historia de humanidad definiéndose como “camino, verdad y vida”.

    La dimensión de eternidad, oscurecida pero no eliminada, resplandece con mayor fulgor en nuestros días con la invitación del Maestro: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas y yo los aliviaré”. En otras palabras: “Donde yo estoy estarán también ustedes”.