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¡Trabajo!

  • 17 enero 2023 /

    El trabajo, vencedor en todo, se halla en el centro de la atención bien con el fin de proteger los empleos y bien con el objetivo de crear oportunidades de trabajo, aunque esto último vaya en ficticia contradicción. Pese al desempleo, escasea la mano de obra calificada en oficios mejor remunerados fuera de nuestro país, lo que evidencia las continuas caravanas con dirección hacia el norte, también hacia España donde la comunidad hondureña se ha incremento notablemente.

    Las voces sobre la necesidad de una política nacional laboral es más que urgente puesto que las necesidades en el ámbito de supervivencia amenazan con desbordar. A la escasez de empleo se une la carestía de la vida, la inflación golpea la canasta familiar por causas internas y acontecimientos internacionales. Cada subida de precios es pérdida en las condiciones de supervivencia y caída mayor en la pobreza. Más grave todavía cuando la familia no dispone de ingreso digno y estable.

    Hay que vivir en el pellejo de muchas familias hondureñas que escuchan hablar de proyectos multimillonarios y son atraídos por el fácil discurso de las relaciones públicas cuando a la hora de la comida están ausentes platos y cucharas y la sana “conformidad” es confortada con un par de tortillas. Y esto no sería el peor de los casos, por ello hay que ofrecer soluciones, presentar remedios hoy con mirada también al futuro, pero el presente es el que ahoga a una gran mayoría.

    Las estadísticas, aunque carentes de sensibilidad, son reveladoras y solo quienes no quieren ni han querido ver por décadas miran para otro lado. Las mieles del poder empalagan hasta sus sentimientos. En el área rural más del 31% está desocupado y el resto, para alcanzar el 100% de los desempleados, se halla en ciudades hacia la que ha confluido durante las últimas décadas la población más olvidada dejando inmensos vacíos en tierra adentro.

    Son numerosos los señalamientos, pero la visión en el mundo laboral debiera tener prioridad, pero no solo en las grandes empresas, sino en el ambiente de emprendedores y pequeños negocios como fuentes de ingresos y estabilidad social, pues el descontento es perjudicial para la salud personal y la convivencia armónica. Por algo hace unos días un profesional de psicología señalaba los daños en la salud mental en los muchos hondureños.

    Qué padres no se estresan si no hay para los tres tiempos de comida, si la vivienda se reduce a un cuarto, si en la enfermedad la asistencia llega tarde, mal y nunca o si la matrícula escolar es ilusión pasajera nutrida por retórica barata. ¡Trabajo, trabajo, trabajo!