“Cubanos por aquí, venezolanos para allá, ecuatorianos se quedan aquí parados. A un único haitiano se le ordena “ándate con los cubanos para allá”. ¡Qué cruel, inhumana y trágica es la ruta hacia el norte! Las miradas y el mayor interés se centran en el muro, en el río Bravo y en la espera en territorio mexicano hasta que salga la oportunidad de entrevista para entrar o regresar para iniciar de nuevo el camino en el que se dan tan crueles episodios como el ocurrido en La Ceibita en el departamento de Santa Bárbara.
El saludo de la autoridad policial lo dice todo, aún aquello que seguiría después de aquel “Buenas noches. ¿Todos en este bus son extranjeros, verdad? ... Bueno, me van a hacer una fila por nacionalidad”. Y hablamos y decimos del trato que se les da a los hondureños en su éxodo masivo hacia la frontera sur de la Unión Americana. Pero entre nosotros, con alevosía, está claro el objetivo, la ventaja y el abuso de autoridad, pues en horas nocturnas se ejecuta el operativo contra los migrantes que recorren el país en su travesía rumbo al “sueño americano”.
En conclusión y ante el reclamo y la muestra de salvoconducto entregado en Choluteca, la voz policial se hace sentir airada. “Cállate, que nadie te preguntó nada...”. Para finalizar: “Esto es sencillo, todo extranjero que pasa por aquí paga un impuesto. Ustedes por ser cubanos van a pagar 20 dólares cada uno y digan que les fue bien. Los ecuatorianos pagan 100, lo mismo los colombianos”. Todo un relato de primera mano. Esperemos que la reacción de las autoridades policiales sea impecable, pues es una auténtica vergüenza que hechos como estos o parecidos quedan impunes cubiertos con el silencio oficial o decisiones cosméticas para que al paso de los días todo siga igual o parecido y, quizás, con los mismos rostros.
El pago de una multa a ciudadanos provenientes del Sur y del Caribe por circulación irregular en el país generó numerosas protestas, obteniendo una amnistía para exonerar la multa de 250 dólares el mes pasado. Pero resulta que el sangrado sigue en la ruta y a mano de las autoridades disfrazadas de grupos delictivos, muy abundantes a lo largo de la ruta.
Honduras se halla en el corazón del istmo centroamericano, ruta de movilidad humana en masa cada vez más numerosa por las necesidades básicas de supervivencia en sus países o por las aspiraciones del mejoramiento de las condiciones de vida.
Son muchas las esperanzas que cargan en el duro camino, por lo que no debemos hacérselo más difícil en su paso por tierra catracha.
El trabajo periodístico muestra esa “herida abierta” que, en vez de sanar, amplía su perímetro infectado.