Todo está anunciado y listo para integrar la nueva Corte Suprema de Justicia sobre la que se han barajado y aún se barajan en la colectividad numerosas interrogantes que podrán despejarse esta tarde en la sesión del Congreso Nacional. Nunca es tarde si la dicha es buena, aconseja la sabiduría popular; por ello, la tardanza, a la tercera la vencida, abre la puerta deseada a la diferencia del ayer y presente que ojalá no quede como en la fábula clásica del parto de los montes.
Hasta con voz impostada, sonido directo, el titular de la Cámara anunció el lunes el acuerdo logrado “sin que haya nada de por medio, sin ningún condicionamiento, ni dinero o que haya comprado votos, sin que haya tenido que utilizar nada más que la voluntad política y la representación del pueblo a través de las diferentes fuerzas políticas”. No hay que defenderse, porque antecedentes cercanos muestran que primero dijo no y luego resultó sí en aquello de “acariciar” voluntades.
Se ha llegado a un acuerdo lo cual proporciona cierta tranquilidad que debe fortalecerse cuando conozcamos oficialmente la decisión de los diputados, lo cual debiera ser una lección prioritaria para abordar los graves problemas en el país no solo en el Poder Legislativo, sino sobre todo en el Ejecutivo, cuyo carácter presidencialista, sui géneris, marca y sigue ruta con deterioro de la calidad de vida y de la convivencia ciudadana.
Los participantes en la reunión de jefes de bancada expresaron su conformidad con el acuerdo a excepción de un partido que echó mano al enunciado clásico: “Los mismos que han gobernado este país se pusieron de acuerdo”. El desacuerdo es valor en la democracia con respeto a la diversidad en la búsqueda del bien común sobre todo en el oficialismo con fuerte inclinación al abuso del poder por lo que necesita la oposición que alce la voz y se apegue a la ley para evitar los abusos.
El representante liberal fue enfático y solo le faltó echar algún viva al partido: “Hemos llegado a un acuerdo histórico que le trae bienestar y paz a este país”. También los democristianos resaltaron el contenido del acuerdo: “Aquí no hay mentiras ni engaños para el pueblo hondureño... Estamos convocados para elegir la nueva Corte Suprema”.
El paso más necesario se ha dado. Falta ahora que ese bienestar y paz deseado se haga realidad con los mejores profesionales para la impartición de la justicia, de manera que en los tribunales sean probos sus titulares a los que lleguen los elementos necesarios y probatorios para justas sentencias con “ojos ciegos” siguiendo la ley.
