01/04/2023
08:35 PM

¿Responsables?

    “¿Quién se hace responsable de esto?”, es la pregunta del millón que, como ocurre habitual e irresponsablemente en la administración pública, queda en una nebulosa donde unos a otros se van cubriendo y mostrando cara de inocencia, con complicidad de la sociedad, para interpretar las explicaciones en un “yo no fui”, arropado en el silencio hiriente en lo que pasó, pasó.

    La breve historia, pero agitada y esperanzadora, de la granja penal de Naco, primero, de La Acequia después, fue el primer paso real, tras infinidad de promesas en las alturas, para lograr rehabilitar a los privados de libertad, acabar con el hacinamiento y reubicar fuera de San Pedro Sula el centro de reclusión. Pero aquella visión no entraba en el engranaje central, que debía responder a la demanda de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

    Pero todo ello se esfumó en una cita, de esas de yo mando, en febrero de 2017. “Fuimos esperanzados de que nos darían nuevos recursos”, recuerda el alma del proyecto, monseñor Rómulo Emiliani. Pero la carta bajo la manga era otra, de esas que se preparan en oficinas. “Llegó un funcionario del Gobierno con su equipo y nos comunicó que ya no seguiríamos construyendo el presidio... Nos dieron las gracias... Protestamos... La decisión estaba tomada... Teníamos que irnos”.

    Sin duda, había intereses bastardos y compromisos adquiridos, pues ya había una empresa “que había construido otro presidio y muy moderno”. Como señala el adagio clásico, “Roma locuta, causa finita”. No se necesitan muchas explicaciones ni las darán para poder entender este desastre, la pérdida millonaria y el daño hecho a miles de privados de libertad no peligrosos con nivel adecuado de reclusión.

    La respuesta oficial a las publicaciones de LA PRENSA no se hizo esperar, muchos más en las condiciones cuatrienales de estos meses. La obra continuará, pero no alude a responsabilidades. “Alguien tiene que dar la cara”, exige el obispo, quien guarda para sus adentros identificaciones, pues recordará aquello de “se dice el pecado, pero no el pecador”, aunque en nuestro país con la proliferación de impunidad y evidente colusión hay que señalar con nombre y apellido. La labor periodística de este rotativo es completa: presentación del hecho, relato y fotografías, acercamiento a las fuentes valiosas de información, con señalamiento a aquellos que esconden su cara, seguimiento con reacciones y objetivo evidente, continuar la obra y reconocer la labor de la fundación, no con pergaminos y palabras, sino con la culminación de los trabajos. Concluye monseñor Emiliani en su carta, de puño y letra: “Hay que concluir la obra”.