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Que se haga la luz

  • 20 enero 2021 /

    La producción y distribución de energía es uno de los elementos claves para el desarrollo de Honduras y de cualquier país del mundo. El déficit o la falta de electricidad afecta la vida productiva y, en general, la cotidianidad de las empresas y de las familias y representa un imponente obstáculo para el progreso en general. De aquí que la puesta en marcha de la central hidroeléctrica Patuca III es impostergable y debe ser una de las prioridades del Gobierno, de la Cree y de todas las instancias involucradas en la prestación de tan esencial servicio público.

    En la última década, los departamentos de Olancho y Atlántida han padecido un auténtico calvario ante los frecuentes cortes de electricidad. Raros han sido los días en los que tanto en La Ceiba, como en Juticalpa, Catacamas o el resto de los municipios de estos departamentos recibieran el servicio las 24 horas del día o la semana completa. En el caso de Olancho, la crisis se agudizaba cuando, en varias ocasiones, alguna torre de transmisión resultaba víctima del vandalismo irracional, llevado a cabo con fines inconfesables.

    También ha sido común ver cómo en los avisos de interrupción, durante meses, no faltaban varios barrios y colonias de La Ceiba, cuyos habitantes estaban al borde de la desesperación, hasta que se tomó la decisión de asegurar la generación por medio de combustible fósil, mientras entraba en funcionamiento Patuca III, y así se mejoraba la disponibilidad del fluido para la zona.

    Como todos sabemos, el tema energético, además de ser uno de seguridad nacional, afecta a todos los sectores productivos, pero sobre todo a la mediana y pequeña empresa. Un mediano o micro empresario no tiene la capacidad de producir su propia energía; un pequeño comerciante, el dueño de un mercadito o una pulpería, difícilmente puede autoabastecerse de electricidad. Tampoco puede hacerlo el dueño de una sala de belleza o de un restaurante, así como el zapatero o el maquilador a pequeña escala. Así que, cuando no hay luz, el país, literalmente, se paraliza.

    Los beneficios que se esperaban en cuanto a una mejoría en el servicio con la concesión de la distribución por medio de la EEH no significaron una mejoría mayor. Las suspensiones continuaron, bajo cualquier pretexto, e incluso sirvieron para que, en más de una ocasión, la EEH y la estatal eléctrica se tiraran la pelota ante las quejas de los abonados, pequeños y grandes. Cuando Patuca III comience a producir energía obviamente habrá mayor oferta de energía eléctrica.

    Todos esperamos que también se mejore la distribución y, por supuesto, que no se pretenda recuperar la inversión millonaria en un plazo que vaya a estrangular a los abonados, de modo que vayan a preferir seguir a oscuras a que se haya hecho la luz de esa manera.