29/09/2023
01:51 AM

Piratería

    Si se creía que esta modalidad delincuencial era algo del pasado, únicamente recreada en películas, la realidad es otra. Tanto en alta mar, en aguas internacionales e incluso en la plataforma continental de distintas naciones, está vigente y al acecho, embarcaciones cuyas tripulaciones armadas se dedican al asalto de naves comerciales y de pasajeros, al igual que al transporte y desembarco de drogas en tierra firme.

    Eso es lo que está ocurriendo con las flotas pesqueras de compatriotas empresarios residentes en Islas de la Bahía, despojadas tanto de las pertenencias de la tripulación como de su carga.

    Si en el golfo de Fonseca nuestros pescadores artesanales se ven hostigados por navíos de los gobiernos nicaragüense y salvadoreño, que confiscan sus lanchas, decomisándolas junto a la pesca recolectada, e imponiendo fuertes multas para devolverlas, hoy también nuestros compatriotas insulares se ven expuestos a similar accionar ilícito, violatorio del derecho internacional.

    La pesca en el zócalo continental del Caribe hondureño, que comprende unos 4,900 kilómetros cuadrados, se ve crecientemente afectada por la depredación de especies: langostas, camarones y por la degradación del entorno ecológico, actualmente sufre el asalto a mano armada de nuestros barcos pesqueros por parte de asaltantes de nacionalidad desconocida hasta ahora.

    Nuestra Fuerza Naval, pequeña en el número de naves, radares y efectivos, no cuenta con suficientes recursos para la permanente vigilancia y patrullaje de nuestras aguas territoriales ni en el norte ni el sur, lo que limita en sumo grado la protección a los hondureños dedicados pacíficamente a la actividad pesquera. Sus deberes incluyen, además la intercepción de lanchas procedentes de Sur América y Jamaica con cargamentos de estupefacientes al igual que el rescate de náufragos.

    Estas severas limitantes militan desfavorablemente en sus misiones cotidianas.

    Los patrullajes de la Fuerza Naval deben ser permanentes, ya que el incesante tráfico de drogas utilizando lanchas de máxima velocidad e incluso submarinos aumenta más y más ante la demanda de estupefacientes que crece imparable en el principal mercado consumidor a nivel mundial.

    Ello, obviamente, requiere reforzar tanto el número de efectivos como de equipos, en estrecha colaboración con sus homólogas de países amigos en Norte, Sur América y las Antillas.