Cuando se cumplen seis meses de la guerra entre Ucrania y Rusia —que estalló el pasado 24 de febrero— las noticias, datos e imágenes que llegan sobre el conflicto siguen provocando el estupor del mundo que no esperaba la magnitud que ha tenido y sus crueles consecuencias con miles de vidas perdidas, la dramática destrucción de infraestructura, casas, edificios, hospitales y escuelas, y en las masivas evacuaciones de ucranianos que han sido víctimas de los constantes combates y ahora sobreviven como refugiados. La guerra también ha provocado, como es de sobra conocido, el histórico impacto en la economía del planeta y la escasez de alimentos que se han sumado a las dificultades que ya padecíamos. La pregunta es si puede haber paz en el corto plazo o si a este sórdido enfrentamiento todavía le queda más meses por delante.
La historia del conflicto comenzó cuando tropas rusas invadieron Ucrania luego de reportes de intercambios de fuego entre ucranianos y rebeldes prorrusos en la región de Donbás. La orden la dio el presidente ruso, Vladimir Putin, que había reconocido los territorios separatistas de Donetsk y Lugansk; así inició la mortífera operación con más de 150,000 soldados rusos, lo que no solo avivó las tensiones, sino desembocó en un conflicto que ha deteriorado millones de vidas y ha dividido a la comunidad internacional.
¿Cuántos muertos van en seis meses de hostilidades? No se sabe, esa es una de las características de las guerras: la secretividad del número de muertos, al menos hasta que se declara la paz. Lo que han señalado los aliados de Ucrania es que llegan a 75,000 las bajas del ejército ruso, una cifra no confirmada. Lo que es tan real como la destrucción de ciudades, con sus casas y edificios, son las sanciones que Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de Occidente han venido aplicándole a Rusia, un castigo que ha ido aumentando logrando agravar su economía y la de otras naciones, incluida Honduras.
América Latina viene sufriendo la guerra por el impacto en los precios del petróleo, el gas y alimentos, efectos que también se están sintiendo en todo el mundo mientras los países con relaciones importantes con Rusia se arriesgan a ser golpeados por las consecuencias de las sanciones.
Es tiempo de hallar una salida a este conflicto, que le devuelvan la paz a Ucrania y la certidumbre al resto de naciones que soportamos sus secuelas. Como bien lo dijo el papa Francisco: “Que un nuevo amanecer de esperanza despunte pronto sobre esta terrible noche de sufrimiento y de muerte”. Que pronto se elija la paz para ponerle fin a esta guerra cruel e insensata.