28/03/2024
12:08 AM

Inflación y desempleo

    ¡Cuántos graves asuntos presenta el año recién iniciado que no son nuevos o desconocidos, sino que venimos arrastrando por décadas sin que oteemos en el horizonte tiempos mejores! Sin embargo, ya que a la enorme vulnerabilidad social no han sabido o no han querido dar solución, vayamos a otros problemas que calan en la familia con cada vez más difícil supervivencia o como señalan los expertos en economía, escalada de la pobreza ante la que se acobardan todos los gobiernos.

    La ecuación desempleo e inflación presenta una incógnita cuyo valor no logran identificar desde hace décadas y así ambos elementos van con previsible incremento en la incógnita que en fuentes oficiales maquillan para crear una situación cosmética a nivel de utopía, es decir, “plan ideal de gobierno en el que todo está perfectamente determinado”, aunque carezca de dos columnas fundamentales: confianza y credibilidad.

    La inflación al cierre de 2022 se situaba en 11% mientras que el desempleo alcanzaba un 8%, es decir, que numerosos hondureños no solo serán golpeados por los precios en productos y servicios básicos, sino que además muchos de ellos no dispondrán de recursos por despido o no haber podido integrarse a un débil mercado laboral afectado por la situación externa, pero también por decisiones gubernamentales, como la eliminación del empleo por hora y el gasto de los recursos públicos que debieran emplearse en infraestructura, sector que absorbe gran cantidad de mano de obra.

    Fuentes oficiales reconocen que la pobreza afecta a más del 70% de la población. Bien conocemos el maquillaje en estadísticas, porcentajes y cantidades que realizan los expertos al servicio del poder de turno. Habrá que ir hacia arriba y no es exageración o ganas de señalar lo negativo, pues basta conocer la masiva migración para calificar que la situación va de “mal en peor”. Es cierto que en el tema del desempleo hay una leve reducción, pero el aumento de jóvenes en espera de oportunidad de empleo o la gran cantidad de cesanteados por el cierre de centros de trabajo o reducción de la producción es más que un crítico y angustioso estado en el que miles de familia multiplican los esfuerzos por sobrevivir. En fuentes oficiales no se escucha una voz sobre políticas de empleo.

    En tiempos pasados no habíamos quemado los últimos cohetes y aparecía la cuesta de enero demasiado pronunciada ya, pero habrá que echar ganas porque el desempleo y la inflación contribuyen a hacerla más empinada. Recientemente señalamos el principio clásico, “el trabajo vence todo”. Más que bonos, subsidios y condicionadas ayudas necesitamos con urgencia fuentes de trabajo que proporcionen tranquilidad y seguridad social a las familias.