16/04/2024
07:17 AM

Inculcar valores

    Aunque se veía venir, han sido impactantes las imágenes y la información que recogen la captura del expresidente Juan Orlando Hernández tanto por la posición de poder que ocupó en los últimos doce años como por la dimensión de las acusaciones que pesan sobre él. Es reclamado para ser juzgado en Estados Unidos por los delitos de tráfico de drogas e instigar al uso de armas de fuego que le imputan, mientras aquí quedamos en la obligación de investigar si hubo y quiénes son esos políticos y funcionarios electorales que fueron presuntamente sobornados en las elecciones de 2017, e indagar sobre otros señalamientos que aparecen en la cronología que acompaña a la acusación de los fiscales estadounidenses.

    Este episodio es un nuevo llamado para limpiar la casa en una sociedad vulnerable por la impunidad y la debilidad de las instituciones responsables de impartir justicia y subyugada por el narcotráfico, uno de los negocios más lucrativos del crimen organizado, que se sostiene a costas de la violencia despiadada. El tráfico de drogas es una amenaza para comunidades enteras donde los carteles crecen aprovechando la pobreza de estos países desde donde la envían y la creciente demanda en naciones como Estados Unidos, con un enorme mercado de consumidores.

    Se trata de un negocio que mueve miles de millones de dólares anuales, que corrompe al sistema, la institucionalidad, a los poderes del Estado y amenaza a la democracia. Sobre todo promueve la violencia, de la que huyen los migrantes, agobiados por las pandillas, que suelen ser el brazo criminal de los capos de la droga, los sicarios que también viven de la extorsión. Una actividad que tienta por la facilidad de obtener dinero y poder, que se infiltra en todos los sectores de la sociedad. Que se fortalece mientras encuentra esos mercados lucrativos a costa de alimentar la criminalidad en países que carecen de instituciones confiables y de un justo orden social.

    Todos debemos contribuir a erradicar este cáncer, empezando por asegurarnos de inculcar valores sólidos en los jóvenes, estimulándoles a educarse para perseguir sueños de éxito con grandes expectativas de vida, prevenirles sobre ese mundo del dinero fácil y de las adicciones, y no quedarnos como simples espectadores. Cuidarnos de los flujos financieros que parezcan irregulares y esperar verdaderos programas sociales del Gobierno, comenzando con la creación de empleo masivo en esas comunidades que son vulnerables al crimen organizado. Y, por supuesto, alimentar las virtudes que nos hacen mejores seres humanos.