27/11/2023
01:03 AM

En el mes
de la familia

  • 02 agosto 2023 /

    Los niveles de violencia, de falta de respeto, de intolerancia, que hoy padecemos, hacen ver la urgencia, la necesidad impostergable de potenciar, de fortalecer la institución familiar. Y este mes es propicio para reflexionar sobre este tema porque, desde 1993, año en el que la Organización de las Naciones Unidas lo dedicara a destacar la importancia que el núcleo familiar tiene para lograr la salud social, el gobierno, entonces encabezado por el Dr. Carlos Roberto Reina, declaró la última semana de agosto como Semana de la familia, e invitó a las instituciones educativas y a la población en general a celebrar y a reconocer el aporte de las familias a la sociedad en general.

    En tiempos en los que hay repetir lo obvio, no está de más recordar la importancia que tiene esa sociedad de origen natural, que resulta definitiva para la construcción de la propia personalidad, porque en ella se trasmiten de manera espontánea esos valores que luego servirán de cimiento para el desarrollo de una personalidad rica que sabe aportar positivamente a la convivencia en el trabajo, en la propia familia y a la sociedad en general.

    Las conductas irrespetuosas, descalificatorias, poco civilizadas, que en el contexto actual parecen haber tomado carta de ciudadanía, no hacen sino reflejar que los individuos que las manifiestan pudieron haber carecido de un clima familiar idóneo, o, simple y sencillamente, no haber tenido la oportunidad de sentirse amado y aceptado en la intimidad familiar. Hay una relación directa entre niñez y conducta adulta, y, por eso es que una personalidad equilibrada y madura suele ser la expresión de una crianza bien llevada y en la que se pusieron medios para un sano desarrollo psicológico y afectivo.

    Es sumamente preocupante que hoy nos dé miedo exigir que se nos respete el derecho de vía, o enterarnos, como recién ha sucedido, que de una discusión en un semáforo se llegue al asesinato de una persona. Asusta que funcionarios públicos acusen de actividades ilícitas a ciudadanos e instituciones por el hecho de que no comparta una visión del mundo y de las cosas. Es triste ver como hay quien se empecine en obligar a los demás a que vean el mundo del color en que él lo ve y que satanice y desee la muerte a quien no lo haga.

    Y no bastan las políticas sociales que buscan remediar situaciones extremas, como es el caso de los refugios o casa de acogida patrocinadas por el Estado. Faltan políticas públicas que protejan a las familias jóvenes, que ayuden a las familias numerosas o que aseguren el acceso a educación de calidad a los que carecen de recursos económicos. Y esto solo por decir algo.