17/04/2024
09:02 AM

El Seguro

    Cuando el río suena piedras trae, es la advertencia de sabiduría popular que encaja plenamente en situaciones de crisis provocadas por la carencia o escasez en bienes y servicios que la población espera, con todo derecho, de instituciones y organismos del Estado. Por desgracia, como dicen en el pueblo, las pestes se pegan sobre todo cuando la revisión es ciega y la prevención no tiene presencia. Total, que las emergencias, de mayor o menos tamaño, se van acumulando y la bodega de lo no hecho y lo por hacer está repleta.

    El Instituto Hondureño de Seguridad Social vuelve a la palestra con primer plano en el escenario con denuncias de derechohabientes por la atención “bajo, bajo”, léase estipendio, para conseguir cupo con cita pronta en el área de especialidades. Bien sabemos las dificultades de la institución que se debe mayoritariamente a empresarios y trabajadores, para enfrentar la corrupción por las barreras levantadas en los tribunales y la presión de quienes integran las relaciones comerciales o laborales con el IHSS.

    Hasta ahora no se conocía la contaminación en el primer nivel, ventanilla, en que se mueven diariamente los pacientes para conseguir cita o lograr el medicamento en la farmacia. Los hechos exigen acción inmediata para evitar mayor contagio por la debilidad en principios de ética y moral y los abundantes perniciosos ejemplos. La administración pública, incluyendo los entes descentralizados, son evidencia clara de la concentración de poder y uso de los recursos que culminan en su desvío con grave deterioro en la atención de la población. La denuncia es la punta del iceberg, pues la escasez de medicamentos sobre todo aquellos para enfermedades que requieren atención permanente se ha convertido en elemento diario de protesta no solo de los enfermos, sino de los empleados que diariamente son “primera línea” de atención en la consulta externa, en las emergencias y en las salas donde se recuperan los internos.

    Las deficiencias golpean también con dureza a las enfermeras, a los médicos que como en el sistema público de salud evidencian la impotencia en el tratamiento de enfermedades, traumatismos y otros daños en la salud de la población. Nada extraño que los empleados se tomen vías principales para exigir medicamentos, equipo y enfrentar otras necesidades. La población crece, la demanda aumenta, pero lo insólito es que el presupuesto del IHSS experimentó un recorte de 2,000 millones de lempiras.

    La solución no está a la vuelta de esquina, pues la contagiosa enfermedad de “oídos sordos” y “ojos cerrados” se refleja en la actuación de las autoridades, lo cual resulta insólito, pues en la directiva se hallan delegados de la población cotizante, empresarios y sindicalistas, pero ni el ruido de las piedras en el río les hacen despertar y levantar la cabeza.