18/04/2024
06:13 PM

Democracia
en pañales

    Los hechos acontecidos alrededor de la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia no han hecho sino confirmar que la democracia hondureña sigue en pañales. Hace falta mucha madurez, mucho desprendimiento, mucha comprensión real del sentido de la democracia plena, sobre todo de parte de los protagonistas de los hechos, en este caso los legisladores, y, claro, todas las fuerzas e intereses que ejercen presión sobre ellos.

    Al final, no es que la labor de la Junta Nominadora haya sido inútil, porque pudo habernos ido peor. Por lo menos ese tamiz impidió que la repartición hubiera sido aun menos digna y que se colara gente que, aunque togada, poco entiende de respeto a las leyes. Lo que no se entiende ni se justifica es que algunos de los mejores calificados no hayan sido tomados en cuenta, solo porque no se han “dado color” políticamente ni respondían a los intereses de ninguno de los partidos involucrados en la repartición.

    En Honduras se echa de menos mucha más cultura democrática, mucho más respeto a los procesos legalmente establecidos y a la ciudadanía en general, menos caudillismo, menos vicios heredados del pasado remoto y reciente.

    Por situaciones como estas es que las nuevas generaciones escuchan con escepticismo cuando se les habla del deber de observar las leyes, de la sacralidad de la Constitución, de los caros intereses de la patria. Porque lo que ven son acuerdos bajo la mesa, gente tomando ventaja a toda costa, prioridad de los intereses personales y de grupo, muy por encima de los de las mayorías y del país en general.

    Pesa sobre la historia de Honduras un lastre que no logramos sacudirnos: componendas, pactos oscuros, acuerdos poco diáfanos. Y a las personas que buscan darle otro tinte a las cosas, se les relega, se les margina, y, si es necesario, se les difama y desacredita.

    Desde el retorno a la democracia electoral, además de algunos procesos que han dejado serias dudas sobre su transparencia y resultados, el hemiciclo legislativo ha sido escenario de eventos muy poco ejemplificantes, sino es que vergonzosos. El discurso de algunos legisladores no ha estado a la altura de su investidura. Y lo anterior debe llamarnos a la reflexión a todos. No solo los “padres de la patria” son culpables de los penosos actos que algunos de ellos protagonizan o han protagonizado, sino que, cómplices de ellos, hemos sido también los electores, responsables de haber elegido mal y de entregar el poder a gente que, de repente, no está consciente de su papel ante la historia.