24/04/2024
12:27 AM

Credibilidad y obras

    Toda nueva carga o aumento de la misma no es un trozo de pastel para los ciudadanos, mucho menos cuando a las dificultades económicas de muchas familias se suma el alto nivel de desconfianza de los ciudadanos y la escasa credibilidad en las autoridades, por lo que la ruta va en doble vía: manejo honesto y eficaz de los recursos, y recuperación de la confianza en los administradores de los bienes municipales.

    Puede que alguno de los munícipes sienta como una ofensa el señalar la incredulidad de los ciudadanos en sus palabras; pues está claro que no todos son lo mismo o, como señala la sabiduría popular, generalizar es errar. Estamos de acuerdo porque frecuentemente “pagan justos por pecadores”.

    Pero vayamos al tema que prepocupa, por unas horas o a lo máximo, un par de días, a las personas obligadas a decir ¡presente! en las salidas de la ciudad con la contribución, tasa o impuesto por valor de L12. El incremento considerado en porcentaje con respecto al pago anterior, es para asustarse; sin embargo, ha sido recibido por la ciudadanía como una muestra más de su cumplimiento a la espera de que sea completado con una conducta leal a los intereses de la ciudad y transparente en el control de cuentas que se debe dar a los contribuyentes.

    “Cada centavo del peaje es para obras” son palabras-promesa del alcalde Armando Calidonio, cuya evaluación debe ir de la mano con la fiscalización de los recursos que ingresan diariamente, las 24 horas, en los peajes de los bulevares de salida de la ciudad.

    Lo manifestado por la autoridad local no es más que recuperar el mandato original para los cobros por el uso de las entonces carreteras modernas en la ciudad. Los intereses bastardos y la corrupción fueron torciendo la intención de los legisladores y así, en su fase más ridícula y circense, los cobros del peaje fueron el blanco de intervenciones por deudas municipales.

    Basta echar una mirada en los bulevares para darse cuenta que, a excepción de un gobierno local, ningún otro hizo obras, no digamos de ampliación o mejoramiento, ni siquiera de mantenimiento. Lo poco que quedaba por las deudas y el manejo del dinero con las puras manos, desaparecía en las superplanillas para las que había que buscar además financiamiento, con lo que la inversión estaba condicionada a donaciones o deudas, sobre deudas, hasta asfixiar la administración municipal.

    Hoy se nos presenta el lema: peaje por obras, porque “la ciudadanía nos exige mejores calles y carreteras”, señala el alcade, quien podría haber añadido, con justa razón. El doble objetivo, rescatar la credibilidad y mejorar la calidad de vida de los sampedranos, es un desafío en el que no se debe permitir el fracaso que ha desaparecido en el nuevo gobierno local: “Cada centavo del peaje es para obras”.