No hay empujón ni efecto de la acumulación de personas en el que alguien sin querer empuja, muy irresponsable e incivilizadamente para hacerse un lugar más favorable. La alevosía de un ataque claramente captado por las cámaras no deja duda de la maldad o bajeza de la persona que lanzó su “pata” como mula sobre una agente de la Policía que rodó por las gradas del estadio y fue trasladada al hospital para su atención e iniciar el período de recuperación. Las gráficas del 911 son reveladoras y las disculpas no debieran disminuir la culpabilidad. Habrá quien diga que la alevosa acción fue producto de la frustración por la derrota de su equipo, pero eso es tan débil explicación que no debiera conducir justificar la cobarde agresión claramente captada en las cámaras como patada cobarde en la espalda de la policía que estaba desempeñando su trabajo para resguardar, proteger, seguridad de los asistentes de energúmenos como el que ahora es buscado por la Policía tras ser plenamente identificado.
Nos toca a todos colaborar y particularmente a los vecinos e incluso a familiares para señalar directamente al individuo por quien la Policía ha ofrecido recompensa. Y no es venganza, sino defensa y seguridad de todos, pues esta persona, cuya foto ya circula en las redes, será capaz de todo cuando la frustración por una u otra causa afecte su comportamiento.
Basta ya de conmiseraciones. Quien la hace, sea quien sea no como anteriormente, la pague, pues no es justo buscar causas que aminoren la responsabilidad en los culpables mientras que las víctimas son las que cargan con las consecuencias sin recibir compensación, justicia y reparación de daños. Así los violentos seguirán más violentos y tendrán numerosos discípulos, pues la ley y su interpretación son sumamente benevolentes con ellos.
En esta como en otras muchas ocasiones la justicia será débil, la decisión de los tribunales quedará opacada por el rostro del culpable presentado por el abogado que no será su mirada de “yo no fui”, pese a ser identificado claramente en las cámaras.
No es que la carrera criminal o la generalizada violencia pueda desaparecer con la represión, pero sí crecerá con la impunidad o la debilidad de los tribunales. Es necesario que se cumpla el principio clásico del derecho desaparecido de la agenda de los jueces, “dura lex, sed lex”, es decir, “dura la ley, pero es la ley”, así es que a aguantar y aceptar responsablemente los hechos.
¿Lograremos ver cómo rueda por las gradas hasta llegar al presidio el cobarde que atentó contra una policía con una patada en las graderías del estadio?