En 1975 se registró en el país suramericano a mediados de julio la helada más fuerte en un siglo con pérdidas del casi cincuenta por ciento en las plantas. En 1984 se repitió el fenómeno invernal con directo movimiento al alza de los precios en el mercado internacional. En estos días, la subida es generada por la amenaza real, pues las previsiones meteorológicas presentan frentes fríos con acentuadas bajas de temperatura.
El daño en la cosecha ha sido calculado en términos de oferta a la baja, así como la demanda apunta claramente al alza, no solo por el consumo normal, sino por el “extra” derivado de las restricciones originadas en la pandemia.
El aumento de ventas de cafeteras para disfrutar del café en casa es una señal de aumento en las ventas en el ámbito familiar.
El precio del café subió rozando la semana pasada los dos dólares la libra, casi un 21% durante este mes. Heladas y sequía, Brasil y Vietnam, dúos cuyos sonidos ensordecen cuando les va bien, pero que resulta “gran bendición” cuando se estremecen sus cafetos por el frío en el primero y por falta de agua en el segundo.
Así está el panorama en el mundo cafetalero y habrá que tener los “dedos cruzados” para que las cotizaciones en el mercado internacional sigan apuntando hacia arriba, sobre todo cuando el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ya identificó las malas cosechas y la mayor demanda como ejes sobre el cual girarán las compras del grano.
Recientemente señalábamos el café como una de las fuentes de riqueza más beneficiosas para Honduras, no solo por el ingreso de divisas, sino sobre todo por el gran número de familias que tienen en su cultivo el sustento y por la generación masiva de oportunidades de empleo en la temporada de cosecha, por lo que la atención hacia este sector debe ser permanente.
Más de un cafetalero recordará, con gran nostalgia, aquellos tiempos en que el invierno en el sur produjo una abundante y florida primavera en miles de hogares con ingresos que fortalecieron la economía.