09/12/2025
01:01 AM

Alarma

    La historia en Occidente se cuenta por batallas, por terrenos conquistados y por guerreros entre más fieros y crueles, como Atila, mejor. Sin embargo, también, con más detalle, más social y más humana, la comida de cada grupo, sociedad o país nos pueden mostrar esa otra historia serena, festiva y participativa. Cada quien está orgulloso de sus platos y saborea las delicias de una buena comida, síntesis además de un ángulo cultural muy importante en cada colectividad.

    La explosión del bombazo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha resonado en continentes, ciudades, pueblos y núcleos familiares. Ahora resulta que el consumo de un tipo de carne y de productos elaborados con ella son calificados por el organismo mundial como “probablemente cancerígenos”. Sobran las explicaciones, pues aquello de que sí, o no o lo más seguro es quién sabe puede caber en situaciones de palabrería, pero no cuando se halla de por medio la salud de las personas o el riesgos de una de las enfermedades más graves con mil rostros y casi todos ellos mortales.

    El impacto ha desbordado las consecuencias previstas por los científicos que trabajan en la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer dependiente de la OMS y desde todos los ángulos se han vertido opiniones y presentadas dietas vegetarianas, como frente de avanzada, o con carnes al peso para que las previsiones no superen los límites ni pensar en el riesgo de que se transforme en el gran enemigo del paladar.

    Al uso del adverbio de modo, probablemente, hay que sumar el sano, ancestral y sabio consejo de que “todo en exceso es malo”, por ello el estudio advierte del consumo excesivo con lo cual deja la puerta semiabierta, pero con la advertencia en el letrero al colocar las carnes procesadas en el mismo nivel del tabaco, aunque “no significa que sea igualmente peligroso”.

    Sí, pero no es el gris en que mueve la advertencia de la OMS, pues a los ingredientes agregados en las carnes procesadas habrá que sumar el tiempo de cocción o las condiciones de su tratamiento.

    Todo un complejo proceso a considerar, pues para la calidad de vida de las personas vale más prevenir que curar. Con la salud no se deben correr riesgos, aunque minucias y escrúpulos pueden conducir a una neurosis tal que para liberarnos de enfermedades corporales caigamos en padecimientos o trastornos mentales.

    La mala práctica alimenticia y las disfunciones en la dieta hicieron sonar la alarma por la obesidad; ahora nos llega una alerta sobre el deterioro de la comida sana por el procesamiento y los ingredientes que se le agregan para su conservación, sabor y atracción, pero para muchos “rica” que consciente o inconscientemente apuestan por lo “probablemente cancerígeno”.