Desde que se inventaron las excusas, nadie queda mal. Para cada situación tenemos una justificación y nunca es culpa nuestra. A esta actitud de mente en baja forma se le llama la enfermedad de la 'excusitis', y un gran número de personas la tiene en alto nivel.
La 'excusitis' explica la diferencia entre la persona que va triunfando y el sujeto que a duras penas mantiene su propia situación. Las personas mediocres explican muy bien por qué no tienen, por qué no hacen, por qué no pueden y por qué no son. En cambio, cuanto más afortunado es el individuo menos excusas fabrica. La 'excusitis', como cualquier enfermedad, se agudiza si no se le atiende convenientemente. Una vez que la víctima formula la excusa, se agarra a ella y aunque reconoce que es una mentira, al repetirla crece el convencimiento de que es realmente verdadera y que por eso no tiene el éxito que debía tener.
Existe una amplia variedad de formas bajo la 'excusitis', pero los peores tipos son cuatro: 'excusitis' de salud, de inteligencia, de edad y de suerte.
1) 'Mi salud no es buena'. Esta fórmula recorre todo el camino desde un pequeño malestar hasta una enfermedad crónica seria. Siempre hay algo que no anda bien físicamente, aducen las personas, pero según las estadísticas, tres de cada cuatro camas de hospital las ocupan individuos que padecen inducción emocional a la enfermedad, es decir, estas personas se sentirían bien si hubieran aprendido a manejar sus emociones.
2) 'Carezco de inteligencia'. Esta excusa es tan común que el 95 por ciento de la gente la sufre en grados variados. David J. Schwartz dice que lo realmente importante no es cuánta inteligencia tiene usted, sino cómo la emplea. Descubra sus talentos y concéntrese en sus ventajas. Sus actitudes son más importantes que su inteligencia. 3) 'Soy demasiado viejo' (o demasiado joven). La edad no debe ser obstáculo, a menos que la convierta en tal. Mire positivamente su edad actual. No diga 'ya soy viejo', piense 'soy joven', diga 'puedo desempeñar el empleo de jefe de ventas', aunque crea que es muy joven.
4) 'Yo atraigo la mala suerte'. Nada es producto de la suerte. Hay una causa para cada cosa. La buena suerte o éxito es producto de preparación, planeamiento, trabajo duro y elaboración de pensamientos positivos. Ser vencedor significa aprender, aprovechar, perseverar, planear y ejecutar. De usted depende.