01/12/2023
04:35 PM

Ya no hay excusas

Francisco Gómez Villela

“La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos” ( Louis Dumur).

Triste opinión pero valedera. Allí no hay motivaciones virtuosas. Es una actividad donde se invierte económicamente y se espera un retorno calculado. La llave para lograrlo es el poder. Las promesas de campaña son el anzuelo. El pueblo, quien lo muerde.

Nosotros como ciudadano hemos pasado los últimos años, jugando a ser políticos, sin saber cómo se juega. Hemos sido tontos tan inútiles que hasta nos dividimos y hemos quedado despedazados como compatriotas. Hemos sido carne de cañón en una guerra ajena.

Superamos unas elecciones sin disturbios sociales, porque el resultado mostró la voluntad del pueblo. El porcentaje histórico de votantes así lo dice.

El deseo del soberano fue castigar a los que abusaron del cinismo y descaro. Este deseo del pueblo manifestado en las urnas es un rayo de luz que podría indicar que nuestra conciencia está despertando a un bien común y que ya no permitiremos abusos de los que gobiernan ni serviremos para sus fines políticos. Ojalá esto sea cierto. Ya es tiempo de exigirnos más respeto.

A partir del 27 enero próximo se inicia otra era de esperanza donde, según lo prometido, las cosas serán mejores en todos los sentidos. Esa fue la promesa. Debe acabar el odio sectario porque los repudiados se van, ya no deben existir excusas que nos dividan. Muchos los extrañarán, ya que justificaban su rencor y resentimiento social. Pero buscarán otros culpables porque necesitan siempre alimentar su amargura y descontento. Son ávidos buscadores de desgracias.

Ojalá los elegidos no sean más de lo mismo, o peor. Esperamos que los nuevos jóvenes representantes en el Congreso no vayan a ser otra figura decorativa y hagan oír su conciencia. Deseamos que no sean vasallos del lado oscuro que existe inveteradamente en esos partidos, y vayan a adoptar una actitud sumisa ante sus dirigentes. Es su momento de hacer un cambio, nosotros como generación no pudimos con esa responsabilidad. Pudo más nuestra codicia.

El mensaje fue cristalino. Rechazo a todo lo que huele a podrido, y así deben interpretarlo. Eso de los “gloriosos partidos” es cuento viejo y a nadie impresiona. Los líderes políticos del futuro deben tener claro que ya se les empezó a medir como se debe. Que las promesas se cumplen, que la arrogancia se rechaza, que la corrupción no será tolerada.

Y que el pueblo emitió un veredicto, no un cheque en blanco.