04/12/2024
06:48 PM

Una mirada a José

Mimí Nasthas de Panayotti

Dios escogió a José para proteger y cuidar a la Sagrada Familia y proveer para ella, no porque fuera perfecto, sino porque era un hombre de fe.

Cuando María le avisó que estaba embarazada, José se sintió profundamente dolido, pero en lugar de exponerla decidió divorciarse en secreto.

¿Se imagina usted esto?

Con todo lo herido, confundido o encolerizado que seguramente estaba, supo en su interior que tenía que hacer lo posible para proteger a María de las murmuraciones y violencia.

Pero cuando el Ángel le ratificó lo mismo que María le había dicho, que estaba efectivamente encinta por obra del Espíritu Santo, José no dudó en cambiar de parecer. Creyó, dio un paso de fe y aceptó de todo corazón el nuevo cometido que Dios tenía para él. Ignoraba por completo lo que le podría deparar el futuro. Dios le dio a conocer su voluntad y José la aceptó de buena gana.

José nunca tuvo ninguna formación sobre cómo criar al Hijo de Dios.

¿Cuántas veces cree usted que le entraron dudas de que él fuera capaz de llevar a cabo semejante misión?

Cuántas veces habría rezado diciendo “Señor Dios, por favor, ayúdame. No quiero cometer ningún error”.

Y cuando más tarde vio al preadolescente Jesús que enseñaba a los maestros en el Templo, acaso no se habrá preguntado “¿Cómo puedo yo educar a mi hijo, cuando él es quien debería enseñarme a mí?”.

Es muy probable que José haya tenido que afrontar toda clase de dudas y temores, pero eso no le impidió seguir adelante.

¡Y miremos todo lo que pudo hacer!

Debemos imitar a José, y para eso todo lo que usted tiene que hacer es orar con sinceridad y decirle con sus propias palabras algo como: “Padre Celestial, te pido que por favor me enseñes y me eduques. Que tu gracia predomine en mi vida y yo sea un buen servidor como José. Amén”.