02/04/2025
06:52 AM

Una biblioteca con mi nombre

Víctor Ramos

La maestra Irma Cristina Domínguez, autoridad máxima de la prestigiosa escuela Dowal Sachool, de Tegucigalpa, inauguró, la semana pasada, una extraordinaria biblioteca en su institución, destinada a que los alumnos se dediquen a la lectura con tesón y entusiasmo como la única manera de enriquecer los conocimientos y la capacidad de conducir sus vidas hacia el éxito.

Irma Cristina me llamó para decirme que había decidido que la biblioteca llevara mi nombre. Yo me resistí porque sostengo que esos homenajes deben hacerse cuando uno ya no está por estos andurriales. Fue tanta su insistencia que me hizo claudicar porque se trata de una biblioteca y yo he amado a los libros y celebro, no tanto que la biblioteca lleve mi nombre sino el hecho de que hay un nuevo templo en la Dowal Shcool para orar mediante la lectura.

En el trascendental evento de la inauguración dije lo siguiente:

“Alguien ha definido las bibliotecas como el lugar en donde empezamos el viaje hacia otros mundos, pues los libros nos hacen vivir todos los tiempos, todas las ubicaciones, nos llevan a indagar en lo entrañable, nos conducen a la comprensión, al entendimiento dentro del círculo social. Como dice Irene Vallejo, toda biblioteca es un viaje, todo libro es un pasaporte sin caducidad. Yo agrego; es la delicia de penetrar en el conocimiento y en la satisfacción plena. La lectura nos hace libres y orienta nuestras vidas hacia el éxito. Por eso, en estas estanterías solo se pueden encontrar tesoros que nos explican cada estación del camino que seguimos en la vida y nos orientan hacia que faro dirigirnos sabiendo que la ruta nos llevará al final a salvo”

“Una biblioteca es siempre un espacio de sorpresas y de descubrimientos. En ella hay vida plena y cuando entramos en su interior y nos sentamos con un libro para leerlo, si ponemos atención, nos percataremos de que se escucha un palpitar de un corazón extraño, el corazón de los libros con vida propia convertidos en nuestros amigos inseparables. Les pido a Uds., sean estudiantes toda la vida y háganse acompañar de los libros como amigos fieles que no traicionan nunca. No dejen que los libros lleguen al paro cardíaco. Si los leen les insuflan vida”.

“Las bibliotecas son como un templo en donde debemos entrar con el recogimiento y la firme voluntad de someternos a la búsqueda de la sabiduría como si se tratase de una fe que siempre nos conduce al bien y la superación. Invito a todos ustedes a comprometerse con la biblioteca escolar, a usar sus recursos de manera responsable, a respetar el espacio y a contribuir con ideas, sugerencias y proyectos que enriquezcan este espacio y fortalezcan a la comunidad educativa”.

“Federico García Lorca, el gran poeta andaluz que murió asesinado por las hordas fascistas del franquismo en España, estuvo en la inauguración de una biblioteca en su pueblo natal y sus palabras se han constituido en una lección magistral de lo maravilloso que son los libros en nuestras vidas. les leeré algunos de sus párrafos más brillantes:

“¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fiódor Dostoyevski, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida”.

Y no olviden, aconsejó García Lorca, este precioso refrán que escribió un crítico francés del siglo XIX: “Dime qué lees y te diré quién eres”. Yo, por mi parte, me comprometo en ser siempre congruente con mi ideal de estar al servicio de la humanidad y a evadir la maldad y el egoísmo. Vida eterna a la Biblioteca Víctor Manuel Ramos Rivera.