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Sobre la propuesta educativa

  • 26 abril 2023 /

La inicial propuesta educativa de Esponda es interesante, pero incompleta. En términos metodológicos le faltan las consideraciones axiológicas y claras finalidades.

Porque no las han considerado o porque temen que, al evaluarlas, terminemos por reconocer que no es nada nuevo; y lo peor, que no significara una mejora para Honduras, sino que manipulación al pueblo, para que las nuevas generaciones desarrollen un espíritu sin crítica y una conciencia subordinada que las vuelva sometidas al gobierno y sus titulares.

Una reforma educativa tiene que partir de una crítica del modelo actual. La conclusión es fácil: el actual no es útil porque no ha producido un nuevo hondureño y este, en consecuencia, sin iniciativa, no ha generado riqueza, consolidado el bienestar y aumentado la capacidad y protagonismo de la sociedad y la nación en el escenario internacional. No ha creado ciudadanía. Y en términos de conducta, no ha sido crítico, cuestionador y creador de nuevas iniciativas, escenarios y construcción de institucionalidades.

De allí que, desde fuera –como debe ser, porque el gobierno es un servidor del bien común– hay que determinar los objetivos, los valores y los medios que deben ser visibles en la propuesta educativa. Porque no es cosa de manipular la “malla curricular” – una expresión poco feliz y de limitada imaginación –agregando y quitando asignaturas, sin tomar en cuenta las realidades, las exigencias y los objetivos.

En cuanto a las asignaturas, nosotros creemos que hay que dar tiempo libre para la socialización del niño en la escuela, y al joven en el instituto y la universidad para desarrollar actitudes, habilidades y juicios valóricos, que le permitan lograr el éxito, aproximándose a los demás, pactando con ellos y actuando solidariamente en un mundo, complejo y problemático. Desde esta perspectiva, hay cinco “bloques” que, a nuestro juicio, deben considerarse: lectura y escritura, matemáticas y ciencias naturales, lenguas y culturas, antropología y sociedades; y teoría del conocimiento, en donde la historia, la sociología, psicología y la filosofía tienen un lugar central. Los temas geográficos y climáticos deben tener una condición local, cercana a la vida de los participantes en la acción educativa transformadora.

Y estos temas, no como relleno de la memoria, sino como oportunidad para la reflexión, de forma que el conocimiento y la experiencia en el aula, sean un medio para aprender cómo enfrentar problemas, como transformarlos en oportunidades, creando alternativas para aumentar la eficiencia, la reducción de los costos, la productividad y el alcance de resultados para una vida fácil, cómoda y segura. Es decir, centrada en la libertad individual, el crecimiento de la comunidad y el bienestar individual y familiar.

En términos operativos, el actual sistema educativo no sirve para nada. De forma que una nueva visión educativa, para buscar nuevos resultados que nos saquen de la pobreza, la sumisión y nos lleven a la libertad y la creatividad, debe descentralizarse, dejando a la Secretaría de Educación como normativa; y que en los departamentos y en las municipalidades, la operación del sistema esté en manos de autoridades elegidas ex profeso, con participación de padres de familias, alumnos y maestros, de forma que la supervisión deje de ser administrativa y, más bien sea propositiva, cordial, cercana y humana. Y, lo más importante, que las asignaciones presupuestarias se centren en las instituciones educativas –no en las oficinas gubernamentales- y que se basen en los resultados, con el eje central, en los éxitos de los alumnos. De esta forma, la acción educativa será animada hacia el éxito, no a la actividad que, algunas, veces, no sirve sino para hacerle daño, a los jóvenes y a las comunidades. Claro, hablo de educación democrática, exclusivamente.

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