27/04/2024
12:50 AM

Sin alma

Francisco Gómez

El 5 febrero reciente, el ex primer ministro neerlandés Dries van Agt y su esposa Eugenie, ambos de edad avanzada y muy enfermos, fallecieron “tomados de la mano” y acompañados por sus seres queridos tras someterse juntos a una eutanasia.

En el 2020 hubo cerca de nueve mil eutanasias en los Países Bajos. Y el número de parejas que deciden hacerlo juntos va en aumento: 13 parejas en 2020, 16 en 2021 y 29 en 2022.

¿Que está pasando con la humanidad? Este nuevo siglo nos ha tomado desprevenidos. Veníamos siendo testigos en la última parte del siglo pasado de sucesos, situaciones, conductas, hechos que nos causaron cierto desconcierto, pero estas dos décadas pasadas han rebasado todo entendimiento. Todo se trastocó. Lo que antes era malo, ahora es bueno. Algo no está bien.

Las organizaciones de derechos humanos tienen mucha responsabilidad en esto. Están avalando cualquier deseo. El mensaje que envían es “hagan lo que quieran, todo es permitido”, no hay límites de conducta. El descontento por todo, contra todos, la incapacidad de encontrar cómo encajar en un grupo, la imposibilidad de crearse una vida decente (esa vida que cuesta esfuerzo, disciplina, sacrificios y paciencia), la rebelión ante lo establecido por conductas inducidas en redes, cine, moda, y vidas licenciosas de ricos y famosos, han obligado a los débiles de corazón a exigir un lugar por la fuerza, esgrimiendo sus derechos humanos. El resultado entonces es lo que actualmente tenemos, caos social sin precedentes.

Y por detrás de todo este desorden está una maquinaria de publicidad que se lucra económicamente de todo lo que genera impacto. El negocio de las noticias se regocija cuánto más loco se vuelve el planeta. Cuánto más descabellado, mejor se vende.

Nadie está haciendo nada por recuperar la decencia de la vida humana. Entonces, el estándar de vida ahora son las familias desintegradas, corrupción estandarizada, falsa espiritualidad, ausencia de moralidad y vergüenza, centros educativos que distorsionan, música vulgar en extremo, consumismo desmedido, culto al cuerpo humano perfecto, ya sea natural o modificado. Hasta los deportistas ahora viven para las cámaras, el derroche y la moda, son ídolos de fantasía.

Algo no está bien. El humano vive para el espejo. Se vendió de la piel hacia afuera, dejando sepultada su alma bien profundo. Hemos interferido en la naturaleza y con el orden natural de la vida.

Es peligroso atentar contra la creación.