07/06/2023
01:54 PM

Responsabilidad soslayada

Francisco Gómez Villela

A través de la historia, el humano ha tenido que enfrentar desafíos cada vez más apremiantes. De cazar y comer alimentos crudos para sobrevivir, al enigmático y atemorizante metaverso actual. Han sido periodos continuos de adaptación a tanta exigencia. El cuerpo ha resistido, la mente se ha resquebrajado.

La concepción del éxito en cada etapa ha teñido perspectivas distintas. De el simple propósito de mantenerse vivo de la prehistoria, a la ostentación y acumulación de la vida actual. Utópicamente se ha conceptualizado el éxito como la realización de objetivos, metas y sueños, de convertirnos en lo que soñamos ser, vivir la vida que deseamos vivir, hacer lo que soñamos hacer, lograr lo que deseamos. Pero la realidad es que a lo interno, allí donde somos esencia, el éxito solo tiene que ver con el dinero que posees. No hay romanticismo con la vida, es cuánto suena lo metálico en tu bolsa.

La persecución de ese valor de cambio es lo que tiene a este planeta al borde de la locura. Demasiado metal en nuestras mentes. La sociedad de consumo esclaviza. El mal interpretado albedrío deshumaniza. Y todavía nos preguntamos por qué tanta disfuncionalidad en la sociedad de hoy, cuando todos los seres humanos han transigido sus propios valores morales en la persecución de becerros de oro, y han vendido su conciencia.

Por eso el humano actual es violento, explosivo. Como vive en una lucha incesante por obtener lo que desea a toda costa, es intolerante a todo lo que vaya en contra de sus intereses, e inclusive matará por ello. Así hemos perdido totalmente el respeto por la vida humana.

Y el planeta como barco a la deriva. No existen líderes que corrijan el rumbo. No existen gobernantes dedicados al bienestar del individuo, todos están plegados a intereses económicos y de poder. Como que ninguno se percata de la falta de compromiso y responsabilidad de su ejecutoria. De la magnitud de sus erradas decisiones.

La humanidad debe desandar este camino perdido. Las familias deben volver a ser la línea de base. Los padres deben ser padres y los hijos deben ser hijos. Funciones demarcadas, responsabilidades exigidas. Debe retomar su responsabilidad ineludible, actualmente soslayada, de formar individuos de buen corazón, emocionalmente estables, educados, respetuosos, que no avasallen ni pisoteen voluntades, que puedan convivir en paz con sus conciencias. Solo así empezaremos a producir personas capaces de convertirse en los líderes perfectos que el planeta necesita. Todo lo demás es puro cuento. Es retórica de ventas.