Desde el inicio de la pandemia de la covid-19, los países aceleraron medidas urgentes de carácter sanitario con el propósito de contener el impacto en la salud, economía, y en el orden social de las naciones. Una de las mayores preocupaciones era, y sigue siendo, el acceso a las vacunas para inocular a la población de los países.
En el caso de Honduras, el mayor porcentaje de vacunas se han adquirido por procesos de donaciones internacionales que han logrado, a Dios gracias, contener no el contagio que es masivo, pero sí la gravedad y mortalidad de los ciudadanos.
Sin embargo, queda un remanente de rebeldes antivacunas que creen en teorías de conspiración negándose con ello a vacunarse, asunto que trasciende la esfera personal, pues dicha negativa pone en riesgo el entorno social de esa persona.
Ahora el Gobierno de la República ha iniciado el programa masivo de la aplicación de la segunda dosis de refuerzo, o sea, la cuarta dosis del líquido químico. No se trata de ser alarmistas, solo previsores de hipotéticas nuevas variantes que pudieran aparecer en el escenario sanitario. Ahora que en los próximos días viene el asueto de la Semana Santa es muy importante que usted y su familia estén vacunados con el esquema completo, esto le permitirá tener un mayor porcentaje de protección ante las aglomeraciones en los centros de turismo que seguramente estarán abarrotados. La fórmula sigue siendo la misma: el uso de doble mascarilla, lavado constante de manos con agua, jabón, gel o alcohol, distanciamiento social, y por supuesto, la vacuna. Con esos elementos estaremos siendo responsables y acercándonos cada vez más al final del túnel.
Desafortunadamente han sido miles de compatriotas que se despidieron de la esfera terrenal por este bicho mortal, algunos por irresponsabilidad propia, otros cargando errores de otros; en esta lucha saldrá vencedor no el más fuerte, sino el más disciplinado. Asumamos con ahínco el compromiso sanitario por nuestras propias vidas, de nuestras familias, de nuestros amigos.
