15/11/2025
12:47 AM

¿Quién paga los platos rotos?

1) ¿Debe el Estado pagar por la atención médica de todos los ciudadanos? ¿Qué dice: si o no?

Pero qué tal si se trata de un borracho que se golpeó la cabeza producto de una caída por andar pasado de copas. ¿No sería más justo que este ciudadano imaginario pague su curación con sus propios recursos para que el Estado dedique ese dinero a curar a los verdaderamente enfermos?

2) Y ¿los motociclistas? Esos atrevidos conductores que piensan que pueden andar como si se tratara de competencias de velocidad y no de un medio de transporte. Si tienen un accidente producto de su irresponsabilidad ¿es justo que todos paguemos su “reparación” y, en algunos casos, la rehabilitación o (en el peor de ellos) el funeral? ¿Cree usted que el Estado debe incurrir en esos costos sólo porque alguien se cree el legendario Evel Knievel?

¿Qué hacemos entonces con la enorme cantidad de motos que diariamente sufren y provocan muchos accidentes? ¿Debe el Estado (todos nosotros) seguir financiando su temeridad?

Y ¿qué tal aquellos motociclistas que tienen accidentes en actividades no relacionadas con el trabajo? ¿Deben tener los mismos derechos que aquellos que se enferman por causas naturales?

¿Por qué el patrono y el IHSS deben pagar por incapacidades que ocurrieron por su temeridad e irresponsabilidad? ¿Por qué?

Igual, siempre he pensado que quienes practican deportes de riesgo como paracaidismo, alpinismo, buceo, etc. deben cubrir los costos de rescate cuando les sucede algo y también su cura y rehabilitación. ¿Por qué vamos a pagar todos porque alguien se sienta temerario e indestructible?

Creo que debe crearse una legislación especial que obligue a los conductores de moto y otras actividades de riesgo a suscribir un seguro que garantice el pago de su “reparación”, sea al Estado o a hospitales privados. Que incluya también asistencia mientras dure la incapacidad y, en casos terminales, los gastos de funeral.

El papel del Estado no es el de “deshacer los entuertos” que provoquen todos aquellos que se les ocurre jugarse la vida en actividades peligrosas. ¿Por qué habría de serlo? La obligación del Estado es crear normas, no costear irresponsabilidades.

Esto depende de cada cual, algo similar al que toma un arma y decide jugar ruleta rusa o aquél que le da fuego a su propia casa y luego quiere que se la reconstruyan.

Debemos guardar los siempre escasos recursos del Estado para aquellos que padecen enfermedades reales o para quienes sufren accidentes verdaderos, no para los que se juegan la vida por el placer de hacerlo.

De igual manera, el transporte público debe incluir un seguro para los pasajeros, especialmente el interurbano, ya que tienen “propensión” a los accidentes. Cada vez que un bus cae a un barranco o se estrella por andar peleando ruta o por conducir a exceso de velocidad –por mal estado de la unidad o quizá culpa de alcohol y drogas-- las víctimas quedan desamparadas, inválidas o mueren.

El negocio del transporte es rentable, de lo contrario nadie compraría unidades carísimas ni se metería a él.

Justo es que se les obligue a comprar un seguro que cubra a los pasajeros, quienes en definitiva son la fuente de sus ingresos.

El Estado (todo el pueblo) no debe pagar los platos que se rompen por temeridad o irresponsabilidad de nadie.