A muchos lectores les gustó la columna en que reproduje algunos proverbios persas. Dejo aquí una selección de proverbios chinos de Les proverbes chinois, de Bernard Ducourant.
El oro no pertenece al avaro; es el avaro el que pertenece al oro. (Anónimo)
La mujer infiel tiene el alma llena de remordimientos; la fiel tiene el alma llena de arrepentimientos. (Anónimo)
Si tus hijos son perezosos, no se merecen tu herencia. Si son trabajadores, no la necesitan. Por lo tanto, úsala para obtener los placeres que tu vejez se merece. (Anónimo)
Para conocer a un hombre observa cómo actúa, descubre lo que busca, examina lo que lo hace feliz. (Confucio)
El tesoro mejor guardado es el que está donde todos pueden verlo. (I Ching)
Es preferible decir cien veces “no” a decir una vez “sí” y no cumplir la palabra. (Anónimo)
Quien no sabe sonreír no debe abrir una tienda. (Anónimo)
El que pregunta es bobo durante cinco minutos. El que no pregunta es bobo para siempre. (Confucio)
Invocando a Buda
Cierta mujer invocaba cientos de veces al día el nombre de Buda, sin llegar a entender nunca la esencia de sus enseñanzas. Después de diez años, todo lo que consiguió fue aumentar su amargura y desesperación, creyendo que no era escuchada.
Un monje budista se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y cierta tarde se acercó hasta su casa:
–Señora Cheng, ¡abra la puerta!
La mujer se irritó y accionó una campana para comunicar que estaba rezando y no quería que la molestasen. Pero el monje insistió varias veces:
–¡Señora Cheng! ¡Tenemos que hablar! ¡Salga apenas un minuto!
Furiosa, ella abrió violentamente la puerta:
–Pero, ¿qué tipo de monje eres tú, que no ves que estoy rezando?
–He llamado solo cuatro veces y mire lo enfadada que se ha puesto. ¡Imagine lo que Buda debe estar sintiendo después de haber sido llamado durante diez años!
Y concluyó:
–Si llamamos con la boca, pero no sentimos con el corazón, nada ocurrirá. Cambie su manera de invocar a Buda; entienda lo que él dijo, y ya no le hará falta nada más.