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Pobreza espiritual

  • 12 noviembre 2021 /

Por lo general, llamamos pobres a los que carecen de bienes económicos, es decir, a los que no tienen vivienda, ropa, carro, enseres caseros, ahorros, lo humanamente necesario para vivir decorosamente.

Pero pobres son también los que carecen de categorías personales. Por ejemplo: una persona que no tiene nada, nada, pero tiene belleza, o tiene encanto, o bondad de corazón, o fama, o dinero. Estos atributos harán que esta persona sea amada, buscada, estimada. Pero cuando la persona no tiene ningún encanto personal, esa persona será olvidada y abandonada. Estos adjetivos definen a los pobres: los olvidados y abandonados. ¿Quién quiere a los paralíticos, lisiados, enfermos mentales, sidosos, cancerosos terminales, ancianos enfermos, deprimidos? Nadie. Estos pobres carecen de amor y esa es la pobreza mayor que podemos experimentar en este mundo, dice P. I. Larrañaga.

En ícono, Antonio y Ana dicen que pobres son aquellas personas que no saben disfrutar la vida como un don, como un regalo de Dios, todas las cosas sencillas y maravillosas que nos rodean, la amistad, un buen libro, un paseo, la contemplación de la naturaleza, el agua, el aire.

Hay una pobreza que cada día abunda más en nuestra sociedad y es la pobreza espiritual. Esta pobreza nos lleva a ser orgullosos, prepotentes y nos priva de la simplicidad, la gratitud, el respeto y otros valores necesarios para la vida personal y las relaciones humanas.

Finalmente, ser pobre es no tener a Dios en el centro de nuestra vida. No comunicarnos con Él, por medio de la oración íntima, de la meditación, de la lectura bíblica. Solo Él nos llenará de sabiduría y de gracia para entender sus maravillas y para fortalecernos para luchar por un mundo justo y solidario donde la pobreza negativa no tenga ninguna cara.

Debemos admirar e imitar a quienes, dejando a un lado su comodidad, se han ido a luchar al lado de los más pobres, para estar cerca y ayudarles a mejorar su situación educativa, sanitaria, de alimentación. Muchos de nosotros colaboramos con estos proyectos y con eso parece que tranquilizamos nuestras conciencias. El que tenga oídos para oír, oiga...