15/01/2025
01:02 AM

Para no vivir engañados

Roger Martínez

Cada vez que pensamos o hablamos sobre la importancia que tiene el autoconocimiento para la búsqueda de la estabilidad emocional, y, con ella, la felicidad personal, resulta inevitable que nos venga a la memoria aquel “conócete a ti mismo”, que se encontraba escrito en la entrada del templo de Apolo, y al que se solía visitar para consultar los oráculos de los dioses. Las consultas usualmente giraban alrededor del futuro. Como ahora, los antiguos griegos querían saber qué les deparaba el futuro, que tenía preparado para ellos la “Moira”, el destino, para saber a qué atenerse, o, incluso, para buscar la manera de evitarlo. La famosa frase advertía a los que por ahí llegaban a querer conocer su futuro, que la propia conducta era la que el final definiría su devenir; que, en la medida en que cada uno supiera como reaccionar ante los eventos que la vida pusiera ante sí, en esa misma medida iba a condicionarse su porvenir.

Y sigue siendo igual. Hay cosas en la existencia humana que no cambian. Como se ha repetido tantas veces: aunque yo no tenga control de lo que pasa a mi alrededor, sí puedo controlar mis reacciones ante esas circunstancias. Pero para poder conducir mis reacciones, debo, antes, conocerme a mí mismo.

Tomarse el tiempo, y buscar el silencio necesario, para auto conocerse es vital. El autoconocimiento buscado con sinceridad nos lleva, invariablemente, a reconocer que tenemos cualidades y que tenemos miserias. No existe persona químicamente pura en bondad ni en maldad. Absolutamente todos, poseemos oportunidades de mejora, grandes y pequeñas, que si tomamos consciencia de ellas podemos ponernos en camino hacia la mejora personal.

Claro está que el reconocimiento de los defectos no deja de humillarnos. Incluso cuando se tiene una autoestima realista, contemplar las propias carencias duele. Pero, peor que el dolor de vernos desnudos, de ser testigos de nuestras propias deficiencias, es vivir engañados. Y, peor aún, si no hacemos algo al respecto: morir engañados.

Todo proceso de mejora personal exige autoconocimiento. Y, además de la introspección, tenemos otros recursos que pueden facilitar el obligatorio examen. Todos contamos con personas de confianza; los verdaderos amigos, el o la cónyuge, que, con mayor objetividad pueden señalarnos, con cariño, aunque sin “anestesia”, los defectos más notables que nos impiden avanzar. Hay que echar mano de esos recursos, no dejemos que el tiempo transcurra sin pedir ayuda.

Porque, cuando no buscamos superar nuestras imperfecciones, obligamos a los que nos rodean a que nos aguanten. Y eso no se vale. Eso significa que nuestras miserias están provocando que su vida sea también “miserable”.