27/05/2023
06:32 PM

“Nolite tangere”

Henry A. Rodríguez

San Josemaría Escrivá, fundador del Opus dei, en el numeral 67 de su libro Camino, afirma: No quiero-por sabido-dejar de recordarte otra vez que el sacerdote es “Otro Cristo”.

Y que el Espíritu Santo ha dicho “nolite tangere Christos meos”- no quieran tocar a mis Cristos. El pasado miércoles de ceniza, uno de estos Cristos, no solo fue tocado, sino asesinado violentamente, en un acto barbárico sin precedentes en nuestro país, al menos en los últimos 47 años.

Conocí al Padre “Kike” Vásquez, el día de su ordenación presbiteral, un caluroso domingo 12 de octubre de 2003, en el estadio Fco. Morazán.

El ministerio de alabanza de mi parroquia, del cual yo formaba parte, éramos los encargados de la animación del evento diocesano, y de los cantos litúrgicos de la Misa de ordenación. Era la primera vez que asistía a una ceremonia como esa, y por aquel entonces no contemplaba la posibilidad del sacerdocio, pues me encontraba finalizando la carrera de Arquitectura.

Pero una de las cosas que me impactó aquel día, fue la pregunta que suele hacer el obispo tras la petición de la ordenación: ¿Sabes si es digno?

Estas palabras resonaron fuertemente en mí, contemplé con admiración a aquel diácono de baja estatura, con marcados rasgos indígenas, y que sudaba a cántaros, debido al fuerte sol. Pensé para mi mismo -“yo no soy digno”- jamás podría atreverme a hacer, lo que él está haciendo ahora.

Dos años más tarde, ya con la inquietud vocacional clavada en el corazón, y habiendo llevado un proceso en mi parroquia, escuché a un sacerdote hablar en la radio, me llamo la atención porque lo hacía con un fuerte “ceceo”, era el padre “KIKE”, que como responsable de la pastoral vocacional diocesana, invitaba a los jóvenes a un encuentro en el seminario menor, ese fue el inicio de mi proceso de discernimiento y el resto es historia.

Los sacerdotes no somos seres perfectos, no somos santos, aunque estamos llamados a luchar por vivir en santidad en medio del mundo, más que el resto. Aun así, desde nuestra imperfección intentamos hacer presente a Cristo cada día, especialmente, entre aquellos que más sufren.

Muchas son las vidas que como la mía, fueron beneficiadas por el ministerio y la vocación del Padre Enrique Vásquez. Quien que pasó por este mundo, e intentó vivir haciendo el bien, y eso es lo que importa.

Aún en medio de las trágicas circunstancias de su muerte, hoy damos gracias a Dios por el Sí, que le dio en vida, para que perdone todas sus faltas, y le permita gozar el sueño de los justos, mientras nosotros en la tierra, exigimos que se haga justicia.