20/12/2025
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Nobles amigos amados y maltratados

Renán Martínez

Uno de los caballos legendarios de la historia antigua fue Incitatus (Impetuoso). Era la adoración de Calígula, quien incluso pidió que le construyeran un pesebre de marfil y una caballeriza de mármol. Después, lo nombró cónsul y solicitó construirle un palacio con sus propios sirvientes. Sin embargo, tras perder una carrera, el sicótico emperador romano ordenó que lo mataran.

En la historia reciente sobresale Palomo, el caballo que acompañó a Simón Bolívar en todas sus batallas por unir las repúblicas de América hispana, así como destaca Bayo, por cargar en su lomo sublime al general Francisco Morazán cuando batallaba contra los conservadores que se oponían a la unión de la federación centroamericana. Se dice que Bayo estuvo presente en casi todas los combates del héroe. Era un hermoso corcel de color blanco amarillento, mientras que a Palomo los historiadores lo describen como un potro blanco y corpulento con una cola que casi besaba el suelo. Perteneció a Bolívar desde 1819 cuando el libertador emprendió la batalla de Boyacá, territorio que hoy pertenece a Colombia. Sus herraduras son exhibidas en el Museo Mulaló, que se encuentra en Tumbo, Colombia.

Los caballos han sido, durante toda su existencia, leales compañeros del hombre, no solamente como aliados en la guerra sino también como compañeros en la vida cotidiana. Han servido como medio de transporte en el campo, lo mismo que han tirado de lujosos carruajes de soberanos y reyes. En la época moderna son empleados para ayudar a niños autistas, con parálisis cerebral y otros trastornos neurológicos, mediante la equinoterapia, un tratamiento alternativo que permite al menor desarrollar habilidades motoras mientras ajusta constantemente el cuerpo al andar del caballo para mantener el equilibrio sobre el mismo, con la asistencia de un instructor.

Con ese benéfico propósito pretende la municipalidad sampedrana también emplear los equinos que han sido rescatados en las calles porque estaban siendo maltratados cruelmente por carreteros a los que los nobles animales servían. Tal determinación edilicia merece nuestro reconocimiento para el alcalde Roberto Contreras, con el recordatorio de que hace falta hacer más para resolver el problema multifactorial de las destartaladas carretas, jaladas por famélicos caballos que circulan por la ciudad industrial.