28/04/2024
02:25 AM

Nietzsche, ‘dionysiokolakes’ y el teatro latino

Rafael Virgilio Padilla

Friedrich Nietzsche, el filósofo iconoclasta del siglo XIX, afirmaría que la reevaluación de las normas culturales es una tarea crucial en la búsqueda de una sociedad más virtuosa. Un elemento central de la filosofía de Nietzsche es la idea de “voluntad de poder”, un concepto que revela el impulso humano inherente a la dominación y la autoafirmación. En el contexto de nuestras sociedades latinoamericanas, que abogan por líderes fuertes como Bukele para frenar la violencia y la hambruna, Nietzsche abogaría apasionadamente por un cambio transformador que fomente una nueva generación de individuos para desafiar los sistemas prevalecientes. En el laberíntico paisaje de la política latinoamericana, el término “dionysiokolakes” adquiere una resonancia simbólica que resuena con los argumentos nietzscheanos del poder, la teatralidad y el arte de la manipulación. Si bien el propio Friedrich Nietzsche no utilizó explícitamente este término, el concepto se alinea con su crítica de la teatralidad y la voluntad de poder que subyace a la dinámica de corrupción en la región.

Dionysiokolakes, en su sentido literal, significa “aduladores de Dionisio”. Sin embargo, cuando se transpone al contexto político de América Latina, el término encapsula un sofisticado juego de poder, donde los políticos adoptan un estilo performativo y carismático para seducir a las masas mientras buscan encubiertamente ganancias personales. Nietzsche, con su profunda comprensión de los aspectos performativos del poder, probablemente examinaría este fenómeno a través de la lente de su filosofía más amplia. La crítica de Nietzsche a la teatralidad, o lo que él llamó “dramatización de la vida”, encuentra resonancia en la teatralidad del poder exhibida por dionysiokolakes en América Latina. Estos actores políticos, similares a los actores de un gran escenario, elaboran narrativas con maestría, manipulan símbolos y participan en actuaciones carismáticas para asegurar y consolidar el poder. Nietzsche argumentaría que tales exhibiciones teatrales sirven como un medio para que estas figuras afirmen su voluntad de poder, cautivando a las masas y oscureciendo sus verdaderas intenciones detrás de una fachada cuidadosamente construida.

Nos abastan ejemplos para estar aquí todo el día: Milei y la dolarización; Bukele y sus supercárceles; Maduro y su guerra contra “el imperio”; Boric y la nueva constitución.

La voluntad de poder, principio central de la filosofía de Nietzsche, se manifiesta en las acciones de los dionysiokolakes en América Latina. La búsqueda del poder por sí mismo, sin restricciones por consideraciones morales, lleva a estos actores políticos a involucrarse en la corrupción y la explotación. Nietzsche percibiría esto como una consecuencia de la voluntad de poder desenfrenada, donde los dionysiokolakes explotan sus posiciones para satisfacer sus deseos y dominar el panorama político. Además, el concepto de Nietzsche de “superhombre” o “ubermensch” podría aplicarse a los dionysiokolakes. Estos individuos, impulsados por una voluntad de poder superlativa, trascienden los límites morales convencionales y las normas sociales. En su búsqueda de poder e influencia, exhiben cualidades del superhombre nietzscheano, afirmando su fuerza e independencia para navegar en el complejo terreno político. Para lograr una reevaluación de las normas culturales y el cultivo de una nueva vanguardia ética, Nietzsche abogaría por una introspección colectiva. Desafiaría a los individuos a cuestionar las fuentes de sus valores, instándolos a reconocer la influencia de las normas sociales en sus percepciones. La filosofía de Nietzsche exige un esfuerzo consciente para liberarse de las cadenas de los valores heredados y adoptar una postura ética más auténtica y auto dirigida. Utilizando el caso de El Salvador, nos debemos preguntar, ¿vale la pena deshacerse de los derechos humanos para permitir que el gobierno en el poder cumpla sus promesas? ¿O hemos caído en la simbología y teatro de Bukele y su equipo?

Otras preguntas relevantes incluyen, ¿podrá nuestra sociedad desencadenarse de las malas costumbres que son la mentira y la hipocresía para llegar al poder? ¿será un superhombre quien reinvente los valores que gobiernan la política de nuestro país? ¿O serán las instituciones públicas o un agente extranjero? A primer vistazo, parece que el fenómeno de fuga de cerebros nos está robando del potencial ubermensch que pueda traer consigo una reconsideración de valores políticos y sociales.

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