08/11/2025
10:57 AM

Los rolezinhos

En el Brasil se está produciendo un conjunto de fenómenos urbanos nuevos, vinculados a la protesta social: el año pasado hubo alrededor de la Copa Confederaciones de fútbol una movilización masiva de amplios sectores de la población en las calles de las ciudades. Ahora aparece una nueva expresión de la conflictividad social, por donde menos se esperaba: nacen los llamados “rolezinhos”, que no son otra cosa que “paseítos”, en castellano. Se trata de manifestaciones sociales de jóvenes provenientes de las favelas de las ciudades brasileñas para “tomarse” los centros comerciales, previamente convocados por las redes sociales.

El movimiento se inició en la ciudad de San Pablo en las vísperas de las fiestas de Navidad, cuando el consumo masivo se dispara. La primera de estas acciones colectivas se desarrolló el día sábado 7 de diciembre, cuando un grupo de jóvenes se congregaron en el centro comercial de la estación del Metro Itaquera, ubicado en las proximidades del estadio de fútbol donde se inaugurará el mundial; la segunda se realizó el sábado 14 de diciembre en el centro comercial de Guarulhos, ciudad cercana a San Pablo. Como resultado de estos primeros eventos se ha producido una reacción muy fuerte de la Asociación Brasileña de Shoppings Centers, pidiendo que las autoridades que bloqueen las páginas de Facebook y resguarden estos lugares de comercio. El alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, se encuentra buscando mecanismos de diálogo con estos sectores sociales y la presidenta Dilma Russef, también del mismo partido, estudia medidas para controlar estas manifestaciones para que no desborde la institucionalidad y no crezcan más allá de cierta racionalidad.

Pero las cosas han ido más allá: muchas de las decisiones ya han llegado al campo judicial y al ámbito de las acciones policiales: algunos jóvenes han sido sometidos a prisión y las fuerzas del orden han usado gases lacrimógenos. Este conjunto de acciones provenientes de los sectores privado y público – reprimiendo y prohibiendo estas manifestaciones en el Estado de San Pablo- no hicieron otra cosa que hacer más visible las protestas; lo cual generó un efecto viral de contaminación en otros estados y en otras ciudades tanto que, por ejemplo, este fin de semana están convocadas un conjunto de manifestaciones similares en varias ciudades brasileñas, muchas de las cuales serán sedes del fútbol mundial. En Río de Janeiro, donde se jugará la final del Mundial en el estadio Maracaná, está convocada una reunión en el Centro Comercial de Leblón, considerado el barrio más costoso para vivir en la ciudad.

Sin duda que estas nuevas expresiones del descontento social no son otra cosa que acciones altamente simbólicas de jóvenes que viven en las periferias pero que llegan a ocupar ciertos espacios de la centralidad altamente expresivos de la sociedad actual; nos referimos a los espacios de consumo más emblemáticos, que son los grandes centros comerciales. Es para protestar, para decir que existen y para que no se les expulse de esos lugares. Tras de estas manifestaciones existe un descontento por la segregación racial (los afros no entran), económica (están fuera del consumo) y la exclusión social (son mal vestidos) que buscan -con estas acciones- decir que quieren ser parte de la fiesta del consumo y lo hacen en un lugar clave: el centro comercial como sustituto del espacio público. Pero también son comportamientos emergentes que buscan un contacto virtual a través de la hiperconectividad nacida de la masificación del acceso a Internet y un contacto físico en los espacio de mayor reconocimiento social: la plaza, la calla y el centro comercial. (HOY)