24/04/2024
12:27 AM

Lo más importante

Roger Martínez

Luego de esperar el año entero por ella, la Navidad pasa más rápido de lo habríamos querido. De ahí que sea necesario que la vivamos intensamente y sin perder de vista lo realmente importante que nos trae.

Con el paso de los siglos; veintiuno ya desde la primera Navidad, el acontecimiento central, el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, se ha ido rodeando de una serie de detalles, de tradiciones, de aportaciones de las diversas culturas del mundo entero, que han ido enriqueciendo la celebración, pero que han contraído el riesgo de que nos desenfoquemos de lo esencial, del hecho central del que se hace memoria.

Nada hay de malo en los paisajes nevados que suelen aparecer en las tarjetas de felicitación, ni en el muñeco de nieve o en los renos de santa Claus; así como en el Santa mismo, aunque sea una deformación del original san Nicolás de Bari.

Tampoco está fuera de lugar el árbol iluminado y lleno de figuras, que tiene un origen cristiano, y que desde hace siglos se ha convertido en un elemento importante de la decoración navideña, y que, incluso, acompaña al nacimiento que se acostumbra colocar en la Plaza de san Pedro, en Roma, y, tampoco es incorrecto admitir la presencia de otros personajes que la industria cinematográfica ha introducido en el panorama navideño.

Lo que no puede suceder es que pretendamos celebrar estas fiestas de Navidad, excluyendo a su personaje central y dar lugar a una especie de “cumpleaños sin cumpleañero”, en el que el énfasis se hace en la comida, la bebida y los regalos, pero se ignora la causa de la fiesta.La razón de ser de la Navidad es el misterio de la encarnación y nacimiento del Niño Dios, y por eso es tan importante que en los hogares y en otros sitios privados o públicos se represente ese momento fundamental de la historia de la humanidad, por medio del tradicional nacimiento, o belén, como le llaman en otras latitudes.

No pueden faltar en estos días las imágenes de san José y santa María velando el sueño de su Hijo, a las que se suelen agregar el coro angélico, los pastores, los reyes de Oriente, y, desde que la tradición se generara en Italia hace casi mil años, los personajes que representan a la gente del pueblo desarrollando su trabajo cotidiano, o en nuestro caso, y en el cercano El Salvador, las figuritas de barro en escenas propias de nuestras comunidades: procesiones, peleas de gallos, piñatas, entierros, etc., etc.

Que el ruido, el tráfico y el ajetreo de estos días, no nos distraigan de lo más importante: el sentido espiritual de la Navidad, la razón de ser de estas festividades.