“El secreto de ser desdichado estriba en tener el ocio suficiente para pensar si se es feliz o no”. ¿Será cierta esta cita en el libro Cómo suprimir las preocupaciones, de Dale Carnegie. Déjeme contarle, un buen amigo, cuyo nombre me reservo, me contó por WhatsApp, tan común en estos días, que el permanecer encerrado en su casa sentía que empezaba a abrumarlo, estoy ya harto de ver televisión, pero cuando mi mujer y mis hijos se empeñan en ver sus programas favoritos, yo me siento en el sillón, checando las últimas noticias sobre el coronavirus y pensando si algún día regresaré a la oficina. Sí, la cuarentena le estaba dando el suficiente tiempo de ocio para pensar si era feliz o no. Pero esto no tiene que ser así. Comprendí que para ayudarle debía animarlo a pensar diferente. Sé que cuando una persona piensa diferente, consigue resultados diferentes. “Nuestras vidas son la obra de nuestros pensamientos”, nos dijo Quintiliano. Pero ¿cómo motivar a mi amigo para hacerlo? Realmente quería ayudarlo. Le hablé a su celular, “Tienes que acabar con el estrés antes de que el estrés acabe contigo”. Estuvo de acuerdo. Le mandé una frase que recién recibí: “Si no sales de esta cuarentena con un libro leído, una habilidad nueva, un negocio nuevo o más conocimiento que antes, nunca te faltó tiempo, solo disciplina”. William James, considerado como el padre de la psicología moderna, escribió: “La acción parece seguir al sentimiento, pero en realidad, acción y sentimiento van juntos y, regulando la acción que se halla bajo nuestro dominio directo, podemos regular el sentimiento, que no lo está”. ¿No le parece esto maravilloso? Ni usted ni yo tenemos un botón que podamos apretar y sentirnos ya bien. Lo que sí podemos hacer es deliberadamente poner la acción apropiada, y esto producirá ese sentimiento de bienestar. ¿Deberíamos hacer una agenda semanal de todo lo que queremos hacer? Arreglar ese clóset, contactar a nuestros parientes y amigos para darles ánimo, ayudar en la limpieza de la casa, leer un libro interesante, etc. etc.
LO NEGATIVO: Llenarnos de pensamientos negativos, y dejar que el estrés nos invada, aun sin saberlo.
LO POSITIVO: Si no quieres marchitarte en la desesperación, piérdete en la acción. Conseguirás bienestar.