Es conocida como la hormona del bienestar y la relajación y del incremento de la concentración y la autoestima. Número tres, la dopamina. Se le llama también “hormona de la recompensa”, ya que provee sensaciones de satisfacción que motiva a las personas a desarrollar sus actividades de forma proactiva. Y número cuatro, la oxitocina. Al ser liberada, esta hormona produce la sensación de seguridad en los vínculos emocionales así como la empatía y pertenencia al grupo.
Al ser un seminario orientado a la educación de los hijos, el doctor continuó diciendo: ¿cómo estimular estas hormonas en nuestros hijos entonces? Simple: relacionándonos; dedicando tiempo para conocer, para expresar los sentimientos, para abrazar, darles un beso en la frente; para decirles “te amo”, para recompensarlos por aquello que han hecho bien, para jugar con ellos y hasta para caminar juntos y platicar amenamente. La endorfina se activa cuando se come lo que gusta y cuando se hace ejercicio. La serotonina cuando se ayuda a alguien o cuando se recibe información valiosa como una palabra de ánimo, un consejo, o una frase cariñosa.
La dopamina cuando se termina alguna tarea y se obtiene una buena nota o aquello deseado. Y la oxitocina con la compañía y el contacto. ¿Qué les parece, entonces, si en esta Navidad nos proponemos comenzar a estimular las hormonas de la alegría, no solo en nuestros hijos, sino en todos los que nos rodean permanentemente? Sin duda, uno de los mejores regalos que les podremos dar. Claro está, con los respectivos cuidados que nos exige la pandemia.