Las circunstancias reclaman una CELAC

La presidente Xiomara Castro, en su condición de presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), convocó a una reunión de jefes de Estado de la institución que debería realizarse en Tegucigalpa con carácter de urgencia el 30 de enero.

El cónclave fue solicitado por uno de los miembros con motivo del enfrentamiento escenificado entre los gobiernos de los Estados Unidos y Colombia por el envío de los refugiados colombianos a Bogotá en condiciones de irrespeto de los derechos humanos de los deportados: encadenados en los pies y esposados en las manos.

La primera reacción del gobierno estadounidense, cuando el presidente Petro rechazó el ingreso de los aviones que transportaban a los deportados en las condiciones que expresé arriba, fue la de poner aranceles a los productos de exportación colombianos, medida a la que Colombia respondió amenazando con acciones recíprocas.

Además, los Estados Unidos amenazó a Colombia con las siguientes sanciones: prohibición de viajes y revocación inmediata de visas para los funcionarios del gobierno colombiano, así como para todos sus aliados y partidarios; restricciones de visa para todos los miembros del partido, sus familiares y partidarios del gobierno colombiano; refuerzo de las inspecciones de aduanas y protección fronteriza para nacionales colombianos y su carga, por razones de seguridad nacional; aplicación de sanciones completas bajo la IEEPA al sector bancario y financiero.

Según Trump, estas medidas serían “solo el comienzo”. “¡No permitiremos que el gobierno colombiano viole sus obligaciones legales con respecto a la aceptación y retorno de los criminales que ellos forzaron a entrar a los Estados Unidos!”, aseveró. Simultáneamente se produjeron negociaciones que llegaron en unas pocas horas a la solución del impase. Y Trump dio marcha atrás a sus sanciones.

La convocatoria de la presidente hondureña fue respaldada de inmediato por el presidente Petro y la presidente mexicana Claudia Sheimbaun. Además, Honduras, Brasil y México habían exigido respeto a los derechos humanos de los deportados.

La Asamblea de la CELAC sería un escenario para poder unificar criterios y buscar la unidad para enfrentar los desafíos que ofrece la política exterior de los Estados Unidos a través del presidente Trump, sobre todo para enfrentar las amenazas que desestabilizan las economías débiles de algunos países miembros de la CELAC y la grave amenaza que se cierne sobre Panamá con las declaraciones de Trump de que se propone recuperar el Canal de Panamá a como dé lugar.

Personalmente creo que en estas circunstancias es indispensable hacer entender al gobierno presidido por Trump la necesaria comunicación para resolver los diferentes problemas en las relaciones con los países de la CELAC mediante el respeto de la soberanía de cada nación y Estado, porque solo el buen entendimiento conducirá a la paz y al desarrollo mediante la cooperación mutua y el respeto a las decisiones nacionales.

La convocatoria fue retirada unos pocos días después y en el comunicado de la cancillería hondureña se señala que la medida se produce por la “oposición sistemática” de algunos países miembros.

“Los migrantes y sus derechos, tanto en el tránsito hacia el país receptor como dentro de las leyes de los Estados Unidos, igual que los efectos y el impacto social y económico en toda la región que van a ocasionar las deportaciones masivas anunciadas, constituyen una preocupación común que se debe abordar con objetividad y responsabilidad.

Sin embargo, en el ejercicio de la presidencia pro tempore, Honduras lamenta que “en el caso de Haití y en esta crisis humanitaria de los migrantes, nuevamente recibimos la oposición sistemática de países miembros que han privilegiado otros principios e intereses, diferentes a los de la unidad de la región latinoamericana y caribeña como comunidad”, resaltó el gobierno de Honduras.

La renuencia de algunos países para reunirse con el fin de discutir con plena libertad las circunstancias a las que se enfrentan los países de la CELAC es una oportunidad perdida que podría traer serias consecuencias y las exigencias de Trump encontrarán a una CELAC fragmentada, con algunos miembros que temen enfrentar al norte con dignidad y con plena disposición al diálogo fraterno que conduzca a soluciones aceptables para todos con el imperativo del respeto a la soberanía, el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos del mundo y la cooperación mutuamente ventajosa. Y la CELAC es el más seguro escudo de protección para nuestros pueblos.

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