28/12/2025
02:33 PM

Laicidad positiva

Vivimos un momento particularísimo en este tiempo, donde se quiere presentar la religión como desfasada y la idea de Dios como si fuera un estorbo a una sociedad secularizada y con una tendencia creciente hacia el ateísmo. Ambas cosas están erradas. Las sociedades democráticas de Occidente le deben mucho a los valores del cristianismo y a la estructura monástica, fueron estos ingredientes los que permitieron, luego de la experiencia griega con la democracia, la constitución de las modernas democracias de Occidente, esa deuda con los valores del cristianismo es inconmensurable y obviamente este espacio es insuficiente para enumerarlos y no es nuestro objetivo dar todas las razones históricas que ligan el cristianismo con los valores democráticos de Occidente, pero nos podemos dejar de señalarlo.

Para muchos hoy la única religión aceptable sería una religión civil, donde todo quede entre el hombre y su relación consigo mismo, sin recurrir al misterio y renunciando a lo trascendente. Somos partidarios y hemos luchado porque se mantenga esa división que la laicidad tiene como objetivo primordial, que es, separar lo político de lo religioso, establecer sus fronteras y tutelar los ámbitos de la civilidad del ámbito religioso, y tenemos que reafirmar nuestro compromiso con estos valores civiles y con esta gran frontera que marca el laicismo; sin embargo, cuando los parámetros de la división de laicidad y civilidad se convierten en una tiranía, sentimos el deber de oponernos férreamente. Tan tiránicos se han vueltos estos parámetros a nivel educativo en el país, que en nombre de la educación laica existen centros donde se prohíbe leer La Biblia, objetando el carácter laico de la educación y su base constitucional. Estos parámetros tan distorsionados, alejados de los conceptos jurídicos, constituyen una violación a los derechos civiles, una transgresión a la libertad religiosa que se garantiza en nuestra Constitución y un atropello a la intimidad de cada persona; mientras en esas instituciones se prohíbe la lectura del libro sagrado, en las prisiones se anima su lectura. De esta contradicción, podríamos sacar muchas conclusiones éticas y morales, pero por el espacio de este artículo, dejamos en la mente de los lectores las posibles conclusiones y sus consecuencias. La religión bien entendida jamás será un estorbo para el hombre, la idea de Dios cuando se presenta en toda su dimensión terrena y trascendental constituye un faro cuya ausencia marca y destruye el hombre. En Estados Unidos, el 94% de la población confiesa creer en Dios, entonces ¿dónde está el atraso? Bajo el concepto de laicidad se está tratando en nombre de la tolerancia de arrinconar a la religión y hacerla aparecer como desfasada y ridícula, desoyendo sus llamados a la ética y la moralidad e ignorando la contribución que el cristianismo con sus valores ha aportado a Occidente. De aquí han surgido conceptos de aplicación de la laicidad negativa que conlleva la supresión de la tolerancia y la laicidad positiva que es ejemplarizada particularmente por EUA, como ejemplo de democracia y pluralidad religiosa, siempre abierta a las manifestaciones religiosas diversas conviviendo en un ámbito de respeto a la legalidad garantizada por la libertad religiosa, pero sin atropellar en nombre de esa misma libertad una de las libertades de toda democracia y factor que inspira el respeto a los derechos humanos: la libertad de creer.