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La reina y el paraguas

  • 24 febrero 2023 /

Se cuenta que, en cierta ocasión, mientras la reina de Inglaterra hacía su caminata matutina, comenzó a llover. Apresurándose en buscar refugio, llegó a la casita de campo más cercana. Una mujer, realmente enfadada de que alguien estuviese molestándola tan temprano en la mañana, vino a la puerta. Y abriéndola levemente gritó: “¿Qué quiere?”. La reina no se presentó, sino que simplemente preguntó: “¿Me presta un paraguas, si es tan amable?”. “Un momento”, refunfuñó la mujer, tirando la puerta. Luego de un breve momento regresó con el peor paraguas que encontró, uno con los tensores rotos y algunos agujeros. Lo sacó por la puerta y dijo: “Aquí tiene”. La reina le dio las gracias y se fue por su camino con el paraguas andrajoso.

A la mañana siguiente, la reina con toda su comitiva, vestida con sus ropas reales en todo su esplendor, se detuvo frente a la casa. Uno de sus escoltas tocó a la puerta y le devolvió el paraguas a la mujer diciendo: “Señora, la reina de Inglaterra le agradece su gentileza”. Mientras la compañía real emprendía su viaje de regreso, se le oyó decir a la mujer: “Si hubiera sabido que era la reina, le hubiese dado mi mejor paraguas”.

Wayne Rice acierta al comparar esta historia con el día en que todas las personas compareceremos ante el Rey del Universo. Es muy probable que en aquel momento se escuche a más de alguno decir: “Si solamente hubiera entendido que Él estaba ahí, le hubiese dado todo lo mejor”. El asunto es que muchos saben que Él está ahí y aun así le dan las sobras, lo que menos les cuesta, lo que les resulta más cómodo.

En contraste, Dios le dio lo mejor que tenía a la humanidad: su propio Hijo (Juan 3.16). Por eso debemos preguntarnos, si Él lo dio todo, ¿acaso nosotros podemos dar algo menos que lo mejor?