01/12/2025
01:26 AM

La crisis climática es una
crisis de los derechos de la niñez

La crisis climática es una crisis de los derechos de la niñez

La crisis climática es una crisis de los derechos de la niñez, debido a su condición de mayor vulnerabilidad. Con el creciente calentamiento global, la tierra se convierte en un lugar más peligroso para la niñez: fallas en sistemas alimentarios, de agua, de medios de vida, enfermedades, migración climática, separación familiar, ausentismo y abandono escolar, trabajo y explotación infantil. La falta de acción climática incide en el incumplimiento de los derechos de la niñez suscritos en 1989: medio ambiente limpio para vivir, aire limpio para respirar, agua para beber y alimentos para comer. Ante múltiples y recurrentes choques climáticos, la niñez más pobre y vulnerable se vuelve aún más pobre, dificultando su recuperación ante nuevos impactos.

Los 33 países de riesgo extremadamente alto, según el índice climático de riesgo de la niñez (CCRI), emiten colectivamente solo el 9% de las emisiones globales de CO2. No es justo que estos países sufran primero y peor. Honduras se categoriza bajo ‘alto riesgo’ en el Índice Climático de Riesgo de la Niñez, siendo el segundo país más afectado de Centroamérica, y el tercer país más perjudicado en Latinoamérica y el Caribe. En 2023, el Índice Climático de Riesgo de la Niñez estima que, en Latinoamérica y El Caribe, 1 de cada 4 niños y niñas viven en áreas afectadas al menos por 4 impactos climáticos, como escasez de agua, ciclones, zika, dengue, olas de calor y contaminación del aire. Esto sugiere que de los 3.7 millones de niños y niñas en Honduras, casi 1 millón podría estar viviendo en áreas geográficas bajo cuatro amenazas climáticas diferentes. Es necesario abogar por el cumplimiento de los acuerdos de París para reducción de emisiones y canalización de inversiones hacia la resiliencia climática de los países más vulnerables, para evitar los peores impactos del cambio climático y el consecuente incumplimiento de los derechos de la niñez. Se debe involucrar a todos los sectores: Gobiernos con políticas ambientales sensibles a la niñez, empresas protectoras de entornos ambientales del que depende la niñez, reducción de emisiones y contaminantes.

Unicef y socios, bajo el liderazgo de las instituciones de Estado relevantes como la Secretaría de Recursos Naturales y la Comisión Permanente de Contingencias, promueven a la niñez como un agente de cambio más que como una víctima para incidencia en acuerdos internacionales sobre cambio climático a través de su integración informada en procesos, políticas y planes relevantes en todos los niveles, promoviendo servicios de agua, saneamiento e higiene resilientes al clima, productos y sistemas educativos mejorados, acceso mejorado a servicios de salud y nutrición, acceso mejorado a servicios de protección de la niñez y a la protección social, integración de criterios de la niñez en los planes de preparación y respuesta a emergencias a nivel local, y acción climática liderada por la niñez a nivel local.

Aunque no se dispone de datos cuantitativos sobre las afectaciones de los efectos adversos del cambio climático en Honduras en la niñez, es posible proyectar algunas cifras según las últimas crisis climáticas de gran impacto registradas en Honduras. Según el “Informe de evaluación de los efectos e impactos de la tormenta tropical Eta y el huracán Iota en Honduras”, de BID y Cepal de mayo 2021, se estima que la población afectada primaria y evacuada fue de aproximadamente 437,000 personas. La niñez menor de 18 años constituye el 35% de la población hondureña, lo que sugiere 152,950 niños y niñas que podrían haber sido afectados y evacuados. Las evacuaciones durante una crisis climática tienen una incidencia directa de privaciones de la niñez en el acceso a servicios seguros de salud y nutrición, educación, agua, saneamiento e higiene, y protección, y un incremento en el riesgo de separación familiar, ausentismo escolar, enfermedades relacionadas con el agua, aumento de la desnutrición y exposición a la violencia de género y abuso y explotación sexual.

Es necesario reconocer y escuchar a la niñez, adolescencia y juventud como agentes de cambio, y no como víctimas, para convertirse en generadores de una cultura sostenible hacia la adaptación y mitigación en la crisis climática.

Es crítica la construcción de conocimientos y capacidades de la niñez para la priorización y toma informada de decisiones de adaptación y mitigación que apunten hacia su propia realidad, integrándoles en planes y políticas a nivel local y central.

Que ninguna niña o niño se quede atrás.

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