15/01/2025
01:02 AM

Honduras y Nicaragua frente a la apertura económica y las instituciones liberales

Honduras y Nicaragua frente a la apertura económica y las instituciones liberales

Es bien sabido que las economías más avanzadas del mundo combinan instituciones políticas liberales con una apertura al mercado. Sin embargo, ¿qué significa esto para los países en desarrollo? Analizar cómo estas dos características han influido en países como Honduras y Nicaragua puede revelar mucho sobre lo que realmente impulsa el desarrollo económico y mejora las condiciones de vida.

Honduras y Nicaragua son casos de estudio fascinantes. Aunque comparten historia, cultura y geografía, sus trayectorias económicas han sido radicalmente distintas debido a sus políticas. Desde los años 90, Honduras apostó por la apertura económica, atrayendo inversión extranjera a través de reducciones arancelarias y la creación de zonas de libre comercio. Como resultado, ha visto un crecimiento notable en sectores como el textil y la agricultura, y su producto interno bruto (PIB) per cápita ha superado consistentemente al de Nicaragua. En contraste, Nicaragua ha mantenido una postura más proteccionista, priorizando la producción local y limitando la competencia extranjera. Este enfoque ha limitado la inversión extranjera directa en el país y, en consecuencia, ha estancado su crecimiento.

La apertura económica es esencial porque no solo brinda beneficios inmediatos, como el incremento de empleos y el flujo de capital extranjero, sino que también proporciona una resiliencia importante ante crisis económicas. Por ejemplo, durante la pandemia de covid-19, Honduras, con una economía más diversificada gracias a sus políticas abiertas, pudo recuperarse con mayor rapidez. Según datos del Banco Mundial, el crecimiento de su economía se proyectó en un 12.6% en 2021, mientras que Nicaragua solo alcanzó un 10.3%. Esta diferencia refleja cómo un enfoque más abierto puede preparar a un país para afrontar crisis externas.

Sin embargo, la apertura por sí sola no es suficiente para garantizar el desarrollo. La calidad de las instituciones políticas es igualmente crucial. Países con instituciones inclusivas, que garantizan derechos de propiedad, fomentan la participación y promueven un entorno de confianza, tienden a ser más prósperos. Estas instituciones crean un ambiente propicio para la inversión y permiten que la innovación florezca. Investigadores como Daron Acemoglu y James Robinson han argumentado que las instituciones inclusivas son fundamentales para fomentar el crecimiento económico. Cuando las instituciones están alineadas con la apertura económica se genera un ciclo positivo que impulsa el desarrollo. Un ejemplo ilustrativo es el concepto de “estado emprendedor” propuesto por Mariana Mazzucato. Según su perspectiva, los Gobiernos pueden jugar un papel crucial en la economía al invertir estratégicamente en sectores claves. Esto no solo estimula la innovación, sino que también puede guiar el crecimiento hacia áreas que beneficien a toda la sociedad. Por lo tanto, el éxito económico no depende únicamente de las políticas de mercado, sino también de la capacidad del Estado para intervenir de manera efectiva y responsable.

Por otro lado, el enfoque de Nicaragua hacia la economía ha tenido un costo significativo. Al priorizar el desarrollo interno a expensas de la apertura, el país ha limitado su acceso a los mercados internacionales y ha dificultado su capacidad para integrar sus industrias en las cadenas globales de valor. Esto se traduce en una economía menos dinámica y en menores oportunidades para sus ciudadanos. En los últimos años, la inversión extranjera en Nicaragua ha sido relativamente escasa, lo que ha resultado en un estancamiento económico. En contraste, Honduras ha logrado atraer una cantidad significativa de IED, lo que ha contribuido al crecimiento de su PIB y ha creado empleos en diversos sectores.

La lección que dejan los ejemplos de Honduras y Nicaragua es clara: para alcanzar el desarrollo, los países en vías de crecimiento deben abrirse al mundo, pero también deben asegurarse de que sus instituciones protejan a sus ciudadanos y fomenten la participación y la innovación. Honduras está lejos de ser un caso perfecto, enfrenta desafíos significativos en términos de pobreza y corrupción, pero sus logros en comparación con Nicaragua evidencian que la apertura económica acompañada de instituciones fuertes puede ser la clave para mejorar los niveles de vida y crear una economía más resiliente y preparada para los desafíos futuros. Al final, la combinación de apertura económica y calidad institucional no solo promueve un crecimiento económico más robusto, sino que también mejora la calidad de vida de los ciudadanos.

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