25/04/2024
02:29 AM

Fue un error

Francisco Gómez Villela

La forja de un carácter implica medidas de autocontrol y mucho esfuerzo. Si quieres personalidades fuertes debes formarlas. Los débiles de carácter nunca vencieron sus limitaciones. Para eso se requiere un método. Solo el orden y la disciplina han probado dar buenos resultados. El desorden y la complacencia producen mediocridad. Lastimosamente las dos últimas describen eI mundo actual. Cada día somos más permisivos en dejar de lado aquello que nos impone una disciplina. La tecnología y la vida moderna eso han causado en los jóvenes que son los que están sufriendo las consecuencias de ello.

La ortografía es uno de esos aspectos. Estamos claros que no es imprescindible para la supervivencia, pero su falla denota un desprecio general por las formas. Denota irreverencia. Revela la pésima calidad del sistema educativo tanto público como privado. Refleja perfectamente la esencia de una cultura que ha perdido el respeto por hacer las cosas de la manera correcta. Para los que fuimos educados a la “antigua” nos ofende la manera como se escribe ahora. Prácticamente están asesinando el lenguaje castellano. Las redes sociales son la vitrina perfecta. Gente que escribe “de oídos”. Para ellos eso es suficiente, la ortografía viene siendo vanidad.

El uso de aparatos electrónicos en cualquier momento y lugar es otra de esas actividades que denota mala educación e irrespeto hacia los demás. El uso indiscriminado de los teléfonos inteligentes para socializar en las redes, donde sea, a toda hora, con desprecio por sus interlocutores, ya tiene tintes de pandemia viral. Separarse del celular es caer en pánico. Como si les quitaran el oxígeno. Como si murieran. Y esto pasa con jóvenes y adultos. Conectados con un mundo irreal, viven aislados de su entorno, formando seres humanos cada vez más mecanizados.

La obesidad revela la falta de fuerza de voluntad de los seres humanos ante la impresionante oferta de comidas y bebidas. Las promociones de más comida por menos dinero tienen a las personas redondas y enfermas. Por eso ahora la obesidad infantil es un problema de salud mundial. Niños obesos, la cúspide de la indiferencia familiar. Demasiada oferta, padres permisivos con sus hijos y hedonismo. Una fotografía hogareña deprimente. No es fácil forjar caracteres. Hemos cedido ante lo fácil y desechamos aquello que se llamaba disciplina. Ahora si intentas aplicarla te tildan de “intolerante”. Ahora se vive para satisfacer deseos y actuar a conveniencia propia.

Como generación no supimos orientar a nuestros jóvenes. Fue más fácil permitirles que corregirlos. Craso error.