Posiblemente el área más exitosa de este régimen es la de la cultura. No solo revivieron la Secretaría de Cultura, sino que la transformaron en la vanguardia de un discurso populista en el que Honduras se transforma anticipadamente --como Bolivia-- en un Estado plurinacional. Por eso, la Secretaría de Cultura es ahora --además de ladina-- “de los pueblos” originarios. Todo, dentro del nuevo enfoque populista, que exalta a los pueblos precolombinos, la defiende de los derechos sexuales, recupera obligaciones con el medio ambiente y “construye” la memoria histórica. Lo interesante es que, Educación y la Unah, no han atendido estos temas. Y Recursos Naturales está en una confrontación con biólogos y naturalistas por la construcción de una cárcel en una zona inadecuada.
El éxito cultural se debe a Mel y a sus urgencias por “legitimarse” psicológicamente “heredero” de la revolución cubana, ha echado mano de la experiencia guerrillera de Castro y los esfuerzos para producir un nuevo hondureño. Ha creado nuevas palabras. Distorsionado algunos hechos históricos. Creado otro discurso y un programa de alfabetización que, al margen de sus resultados, muestra interés en las personas más humildes; dándole oportunidades a los promotores para que se inserten en un proceso en el que tienen empleo y adquieren preeminencia e influencia social.
Sin embargo, lo más relevante es lo hecho por Anarella Vélez. Ha conciliado los conflictos en una burocracia complicada, y ha dado entrada a los nuevos intelectuales que no habían sido tomados en cuenta. Ha apoyado a la UPN, a los festivales culturales y contribuido con la realización de tareas que les han dado vida a nuevos grupos postergados.
La publicación de libros, la presentación de obras musicales y literarias se han multiplicado singularmente.
De repente el teatro se ha quedado atrás y el régimen no ha traído artistas y grupos teatrales del exterior como se ha hecho en el pasado. Por ello los más visible, en el desierto de la inoperancia gubernativa, es el trabajo que realiza la Secretaría de Cultura. Lo que les da consistencia a las tareas --más torpes publicitariamente hablando-- como los programas de becas que tienen un enorme valor en la movilización de los jóvenes más inteligentes del país y su consiguiente involucramiento en las tareas de inserción y transformación social. Este éxito, sin duda, tendrá efectos muy importantes en la campaña electoral, al margen del sesgo inevitable que tienen porque en la búsqueda de la unidad, siempre se queda alguien fuera y estos han sido los “gordos soviéticos” de la guerra fría que no han sido invitados “al banquete del señor”.
Los conservadores, la derecha hondureña actual, además de paniaguada es antiintelectual. JOH, en su ruralidad desmedida, nunca valoró sino a los que le adulaban con guaras, sombreros, carreritas de San Juan y caballos. En cambio, este régimen ha llevado al exterior, como ningún otro gobierno, no solo a los hijos de sus correligionarios y amigos, sino que además a Candelario Reyes a Panamá, Roberto Quesada a Washington, Pastor Fasquelle a Corea del Sur y a Salvador Moncada a China. Y al mayor novelista Julio Escoto, al Banco Central. Ha abierto la faltriquera para dar premios y reconocimientos, algunos de ellos desmesurados, a muchos que incluso apoyaron al régimen con su silencio singular.
Esta atención a los miembros del sector cultural tiene impacto en el presente y lo tendrá en el futuro. El que gane las próximas elecciones tendrá que darles continuidad a estas políticas si quiere gobernar tranquilo, porque estos intelectuales orgánicos acostumbrados al poder, difícilmente podrán ser excluidos en el futuro. Liberales y cachurecos tienen que entender estas cosas.
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