04/12/2023
09:19 AM

¿Está muerto el sueño de la democracia liberal?

¿Está muerto el sueño de la democracia liberal?

Los grandes teoristas liberales como Thomas Hobbes y John Locke imaginaron el liberalismo como un sistema social (a) individualista, en el sentido de que afirma la primacía moral de la persona frente a las reclamaciones de cualquier colectividad social, (b) igualitario, en el sentido de que confiere el mismo valor moral y de status a todos los seres humanos, (c) universalista, en el sentido que reconoce la unidad moral que los seres humanos tienen el uno con el otro a través del mundo entero, y (d) meliorista, en el sentido que percibe y afirma que las instituciones políticas y sociales son la mejor manera de mejorar la calidad de vida de los seres humanos.

Algunos podrán argumentar que estas características son cualidades intrínsecas de la democracia, pero están equivocados. Cabe decir que hay Estados que definitivamente cargan estos títulos con orgullo - las suecias, noruegas, y taiwanes del mundo - pero no todas las democracias ostentan alcanzar el liberalismo - alcanzar una democracia liberal.

La democracia verdaderamente se refiere al gobierno por el pueblo, algo que merece una larga discusión ya que esa idea conlleva a miles de preguntas: ¿quién es el pueblo? ¿puede una persona ser el pueblo? y, ¿cuándo para el pueblo de ser pueblo?.

Pero China, Corea del Norte, y Venezuela también ostentan ser democracias porque celebran elecciones de vez en cuando. ¿Son los gobiernos de Xi, Kim y Maduro el pueblo? El objetivo de este texto es hacer un ejercicio mental y hacernos la pregunta con que Francis Fukuyama hace pensar a sus lectores: ¿está muerto el liberalismo? E

l liberalismo nació durante la ilustración en las islas británicas, estableciéndose ya formalmente con Thomas Hobbes y su argumento en el Leviatán sobre la necesidad del Estado para la protección de la vida humana, la cual en el estado natural - todos contra todos, en una sociedad sin Estado de derecho, es solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta. John Locke, por su parte, argumenta en su Contrato Social que cada hombre tiene un derecho inalienable a la vida, a la libertad, y a la propiedad, y que el Estado tiránico que pueda arrebatarle estos derechos al hombre puede ser evadido solamente a través de las instituciones políticas y el Estado de derecho.

Pero la democracia liberal tiene dentro de sí mismo las semillas de la muerte de la parte liberal de dicha democracia - me atrevería a decir que es una crónica de una muerte anunciada. Las democracias liberales no pueden tolerar altos niveles de polarización y diversidad, porque los resultados una y otra vez son los mismos - instituciones acéfalas y violencia política.

Lo digo yo, pero me respalda la historia, Estados Unidos antes de 1861, las guerras Yugoslavas, y recientemente los países de Oriente Medio que han coqueteado con la democracia liberal en vano gracias a la oposición de grupos como los Hermanos Musulmanes. Vemos lo mismo en las invasiones de los congresos Americanos y Brasileños en los últimos anos, o en la violencia y disfuncionalidad del mismo parlamento hondureño.

El advenimiento de Adam Smith y David Ricardo reforzaron el vínculo entre el liberalismo, el libre comercio, y la propiedad. Y aunque estas ideas liberales de libertad en efecto, aseguran la libertad individual, también nos conducen a las desigualdades perversas. La desigualdad masiva, por su parte, genera odio, resentimiento e hipocresía, lo cual conduce a políticas de la misma talla de valores. Con el poder que concede la democracia a través del voto, una persona negativamente afectada por la desigualdad puede, junto a sus conciudadanos, llevar al abismo los valores liberales de su democracia.

Esto con una simple ideología política de odio o resentimiento hacia las clases acaudaladas. Al otro lado del mundo, las grandes mayorías de Bangladesh, India y Egipto, no trabajan con el marco individualista que utilizamos en occidente, sino que se manejan a través de políticas de etnia y de grupos.

Es una locura pensar que un hindú, ferviente creyente de las castas sociales, o un musulmán, ferviente creyente que la mujer no es igual al hombre, crea en el liberalismo. Por ende, así como se menciona en el párrafo anterior, con el poder que le concede la democracia a través del voto, una ideología o líder con política extrema, xenófoba, o de odio, puede llevar al ciudadano a asesinar los valores liberales de su democracia junto a sus paisanos. Ya lo vemos por todo el mundo.