Columnas
Durante la guerra civil estadounidense, el presidente Abraham Lincoln, queriendo complacer a un político, emitió una orden respecto al ejército que el secretario de guerra Edwin Stanton rehusó llevar a cabo. Dijo que el presidente era un tonto. Cuando le comentaron a Lincoln, este recapacitó: “Si Stanton dijo que soy un tonto, debe ser cierto, porque casi siempre tiene razón”. El presidente se dio cuenta de que su decisión era un peligroso error, y la retiró de inmediato. Lincoln demostró sabiduría al no empecinarse; consideró el consejo y cambió de idea.
La Biblia tiene mucho que decir acerca de considerar consejos. Proverbios 12:15 dice, por ejemplo, que el insensato cree que se las sabe todas, pero el inteligente oye consejos (PDT). Y en 11:14 advierte que la victoria (o el éxito de una nación) será para aquel gobierno donde hay abundancia de consejeros. Pero creo que el proverbio más claro se halla en la cita 19:20-21 que dice: “Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez. Muchos pensamientos hay en el corazón del [ser humano]; mas el consejo de [Dios] permanecerá”.
Se dice que Salomón, la persona más sabia del mundo antiguo, escribió tres mil proverbios de los cuales algunos quedaron plasmados en la Biblia. También fueron incluidos los proverbios de algunos sabios judíos. En los primeros nueve capítulos del libro de Proverbios, estos dichos son presentados como un manual de vida de un padre a su hijo. El papá alienta e instruye a sus hijos a vivir una vida que honre a Dios y le advierte de los peligros de la inmoralidad, la tentación y el pecado. Salomón amonestó a su hijo —y nos amonesta a nosotros hoy— a atar los consejos en su corazón y enlazarlos a su cuello (6:21).Y esta es la razón: “Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán; hablarán contigo cuando despiertes. Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida (vv. 22-23).