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El bien de Honduras

  • 03 noviembre 2021 /

Continuamos analizando el comunicado de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), publicado el pasado 13 de octubre y que lleva por título: “Elecciones Generales 2021- El bien de Honduras es más importante que el bien de tu partido”. Los señores obispos han titulado el segundo apartado de este documento, “El actuar de los políticos y sus líderes”, y que comienza con un fuerte llamado a los partidos: “Queremos reiterarles la necesidad de un proceso de democratización interna; por dignidad y por justicia, no pueden exigir lo que no son capaces de vivir y dar.”

¿A qué se refiere la CEH, cuando pide la democratización interna de los partidos políticos? La principal crisis política que atraviesa el país es la falta de un auténtico liderazgo, que descanse sobre una sana y recta institucionalidad partidista. Los partidos políticos están totalmente desgastados, desacreditados y carecen de la confianza del electorado.

Esto aparte de poner en jaque la legitimidad de cualquier gobierno electo, por un posible abstencionismo, tarde o temprano le pasará factura a los partidos grandes y pequeños, haciéndolos implosionar, es decir quebrarse hacia dentro, debido a la falta de principios y valores democráticos. Por eso “democratizar al interno los partidos”, significa promover la transparencia en la información, la participación de sus afiliados, tanto en la etapa de deliberación así como en la toma de decisiones, para que este último no terminen siendo propaganda y reafirmación de los intereses de sus dirigentes. Pero lo más importante son las dos razones que brindan los obispos, para que esta acción se lleve a cabo, “por dignidad y por justicia”.

Y es que parte del hartazgo y la indignación del pueblo hondureño están motivados por la impunidad y el descaro con que la “politiquería nacional” se ha burlado de las esperanzas y el dolor de la gente. Por eso los partidos políticos deben ser los primeros en purificar sus filas, impidiendo respaldar a más sinvergüenzas que aspiren a un cargo público con el único objetivo de dilapidar las arcas del Estado. Porque si no hay dignidad, ni integridad en un político(a), será imposible que impere la justicia en una sociedad.

Cada partido político debe evaluarse a fondo y revisar si su institución sigue siendo una entidad, que promueve la participación de la ciudadanía en la vida democrática de Honduras, o se ha convertido en una institución promotora de ineficientes, corruptos y ladrones.

Para esto es necesario purgar el modo tradicional de operar en los partidos, que durante años han practicado el clientelismo político, que por encima del bien del partido y de la nación instalan una red de favores, que solo beneficia a quienes se prestan a este juego sucio, y excluyendo a los que por su integridad no colaboran con el “sistema”.

Sobre el caudillismo, hablaremos más ampliamente la próxima semana, basta por ahora decir que tanto el clientelismo como el caudillismo, son dos caras del mismo desastre, pues mientras el primero es el rostro deteriorado de un sistema agotado e injusto, el segundo es la salida falsa, que cimentada en el populismo y la demagogia de un “falso mesías”, intenta disfrazar de democracia lo que desde el principio es tan solo un deseo narcisita.