29/04/2024
01:50 PM

Dos signos para la paz en el mundo

Víctor Corcoba Herrero

Tenemos que estar abiertos para ofrecernos, no se puede encerrar uno en sí mismo, necesitamos vivir para los demás antes que para sí, porque es como se alcanza el bienestar y la realización personal. Con esta actitud interior, de entrega y generosidad, avanzamos hacia la concordia, bajo la coalición de lenguajes y en comunión de sentimientos como equipo. En realidad, todos estamos llamados a reconocer este espíritu solidario, condición inevitable de nuestro transitar sobre la tierra.

De lo contrario, nos destruiremos más pronto que tarde. Cuanto más compartimos lo vivido, más descubriremos nuestra humanidad común. Queda claro, entonces, que no puede haber desarrollo si no hay una aproximación de pulsos diversos. En este sentido, los proyectos que sustentan el bien de la humanidad o la buena voluntad entre los moradores, constituyen un paso hacia adelante en la puesta en práctica, de forjar alianzas con honorables lazos de cooperación. De ahí la importancia, de educarnos en la tolerancia y en la solidaridad, que es lo que nos favorece el desarrollo integral, de cualquier ser humano en formación permanente.

La concurrencia en el impulso cooperador es vital, dado que la adhesión entre latidos pensantes, es una aspiración universal para promover el bien de todos y poder alentar las negociaciones bilaterales, en favor de que disminuyan las tensiones. Por desgracia, abundan los testimonios de obstáculos entre nosotros, debido en parte a posiciones políticas e ideológicas, que impiden o limitan que se haga efectivo el apoyo. Cuesta creer, muchas veces, que determinados países levanten muros o que algunos gobiernos establezcan normas discriminatorias contra grupos humanos dentro de la misma nación. De igual modo, resulta inadmisible el cierre arbitrario e injustificado de fronteras, lo cual origina que muchas gentes se sientan encarceladas por sistemas opresores. Por otra parte, también prolifera la corriente de enfrentamiento, derramando odio y venganza por todos los rincones, produciendo un aluvión de sufrimiento y tanta destrucción a la sociedad, que es fundamental hacer justicia. Sin duda, el nexo más fuerte de simpatía radica en la caricia de una mirada. ¡Démosla!