Cuando la paternidad falla, las civilizaciones caen. “La sociedad actual está prescindiendo del padre”: María Calvo.
La sociedad se ha deslizado por asignaciones impuestas por la cultura sin valorar el papel que con objetividad y seriedad debe tener la asignación de un padre. No podemos ignorar ni dejar a un lado las desviaciones y vicios que la masculinidad ha otorgado por el llamado “machismo”. Ser un buen padre es el mejor legado que se debe heredar; la mejor educación en la universidad de la vida. La relación afectiva e incondicional, además de ser padre activo, lo hace más productivo, se realiza más efectiva la relación para involucrarse en todas las áreas de crecimiento y desarrollo de los hijos. Los datos de niños que viven separados de sus padres biológicos se eleva cada día de un 17% hasta un 35%, aproximadamente más de 12 millones de niños están creciendo sin su padre biológico.
Las familias que tienen un padre presente desalientan la ociosidad, ayudan a tener sus hijos fuera de un volcán de ira aumentada que los lleva a acciones sin razón. El índice de mortalidad, la migración, la falta de oportunidad de educación, la inseguridad personal, jurídica en un sistema limitado ha influenciado para dimensionar los valores de la paternidad, y la crisis de identidad viene a poner la cereza al pastel.
Un padre ausente es un impacto no solo físico, emocional, conductual y espiritual. Es vital saber que un padre no puede ser desarraigado, el hijo lo necesita a gritos, la mujer lo sabe y lo complementa. Según estudios, el 63% de los suicidios de jóvenes se da entre aquellos que estuvieron sin padre.
La hombría no radica en la concepción, sino en la valentía de criarlos y educarlos.
“Seré su Padre y ustedes serán mis hijos y mis hijas. Así dice el Señor Todopoderoso”: 2 Corintios 6:18 RVR60. Hay un Padre Celestial para todos siempre.