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De doctores e iletrados

  • 11 abril 2023 /

Gobernar no es algo sencillo. Desde la antigüedad, los destinados a heredar el trono eran educados por preceptores de gran nivel académico. Platón auguraba la felicidad de los pueblos solo si se cumpliría con la premisa de que los mandatarios fueran filósofos. Ese ideal platónico se vio materializado con Marco Aurelio. Entre sus tutores destacaban Junio Rústico y Cornelio Frontón. La firme formación intelectual le llevó a escribir sus “Meditaciones”.

La Revolución francesa, que presidió el paso del feudalismo al capitalismo, fue impulsada por los enciclopedistas -Voltaire, Rousseau y Montesquieu, llenos de enorme sabiduría científica y política. Sus ideas libertarias llegaron a América, de manera clandestina, y formaron el espíritu patriótico independentista de nuestros héroes.

Bolívar fue instruido por los mejores tutores en Caracas: Andrés Bello y Simón Rodríguez. En España solidificó su formación y adquirió el ideal libertario. José Cecilio del Valle fue enviado a Guatemala para su formación en la Universidad de San Carlos de Borromeo con el padre Goicoechea como maestro principal. Poseía una de las bibliotecas más importantes de Guatemala y mantenía correspondencia con sabios europeos que le consideraban un sólido intelectual. Su primo Dionisio de Herrera estudió en la Universidad de San Carlos Borromeo. También era dueño de una fabulosa biblioteca abastecida por sus amigos en Guatemala y en Europa. Fue el primer Jefe de Estado de Honduras y gobernó a Nicaragua y El Salvador. Estableció su biblioteca personal, incendiada por sus opositores, al considerar que estaba compuesta por “libros herejes”. Morazán aprovechó su trabajo en el bufete de León Vásquez, quien le enseñó derecho civil, proceso penal y notariado. Aprovechó la biblioteca de Dionisio de Herrera, aprendió francés y leyó a los enciclopedistas. Dirigió la revolución para restablecer la Constitución en las Provincias Unidas de Centroamérica y gobernó la Federación con un pensamiento notablemente progresista y liberal. A finales del siglo XIX, Honduras fue objeto de una reforma impulsada por dos egresados de San Carlos de Borromeo: Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa. Hicieron un gobierno progresista auxiliados de la más rancia intelectualidad, entre ellos Ramón Antonio Vallejo, notable abogado, latinista e historiador.

En Guatemala, el doctor en pedagogía Juan José Arévalo dirigió el gobierno progresista que surgió tras el derrocamiento de la tiranía de Jorge Ubico. Su sucesor, Juan José Arévalo, egresado de la academia militar, era un hombre con sólida formación política y académica: profundizó la revolución con una reforma agraria, pero el gobierno norteamericano, con la complicidad de la OEA, Honduras y Nicaragua, protagonizó un golpe de Estado que lo saca del poder.

Figuras prominentes de la intelectualidad fueron Policarpo Bonilla, Alberto Membreño, Vicente Mejía Colindres y Carlos Roberto Reina. Fungieron como presidentes de la República de Honduras.

Don Julio Lozano era muy conocedor de la economía y la administración. De su talento surgieron el Banco Central de Honduras, el lempira, sistemas de agua potable, carreteras durante el gobierno de Juan Manuel Gálvez surgido como una continuación de la dictadura cariísta. Posteriormente se convirtió, mediante un golpe, en Jefe de Estado. Medardo Mejía, que venía expulsado de Guatemala tras el golpe contra Árbenz, era uno de sus asesores.

El Che era médico, Fidel fue un abogado y un estudiante brillante y Omar Torrijos, que rescató el Canal de Panamá para su pueblo, era egresado de la Academia Militar de El Salvador. Los gobernantes militares que sustituyeron, mediante un golpe de Estado, a Ramón Villeda Morales, tenían pocas luces, condujeron regímenes tiránicos y los logros evidencian sus pocas luces.

Villeda Morales, durante su gestión, emitió un decreto para perseguir los libros. En una ocasión me confiscaron, en el aeropuerto Toncontín, los libros que traía, excepto uno: La sagrada familia de Marx y Engels que el policía consideró no era lectura peligrosa para el establishment.

Encargados de repartir el bono solidario durante el régimen el JOH, de los 10 mil lempiras que tocaban a cada beneficiario solo entregaban dos mil o menos, porque el resto se lo guardaban para sí.

Pero el problema no es que haya ladrones del fisco, doctores o iletrados. El asunto es que vivimos en el reino de la impunidad. Pero esto no puede conducir a que seamos alérgicos a la intelectualidad.

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